La Paz de Colombia

Jaime Vintimilla

El plebiscito de Colombia nos ha dejado muchas lecciones, pues algunos analistas defienden el hecho que, aunque sea de forma pírrica, haya prevalecido la opción del no. Al parecer, lo hacen por una razón comprensible para ellos, en el sentido de que los ciudadanos quieren la paz, pero no de la forma como la presentaba el acuerdo puesto a consideración de los colombianos.


Lo cierto es que los resultados mostraban contrastes como aquel que el “sí” triunfó ampliamente en aquellas zonas donde se vivió la violencia sin misericordia.


De esta realidad y luego de una cruenta guerra, las opciones que se enfrentaron mostraban dos escenarios contrapuestos: el primero que defendía la imposibilidad de acceder a la paz sin pasar antes por la justicia dejando de lado a la impunidad frente a la alternativa de la reconciliación y el perdón que sanan los tejidos sociales que separan a los pueblos y los enfrascan en colisiones incomprensibles.


Por otra parte, un notable pensador colombiano, basándose en experiencias de procesos de paz como las consultas de Chipre e Irlanda del Norte, hacía reflexionar al mundo sobre los recovecos de los posibles resultados, donde las respuestas obtenidas en estos pueblos no fueron precisamente coincidentes y además en la actualidad mantienen situaciones disimiles frente a los retos y dificultades que la paz reclama de todos los habitantes del planeta.


La paz es dinámica y una conquista humana de largo aliento, mas no un regalo baladí, donde la libertad se manifiesta de cuerpo entero, por ello respetarla significa que la libertad de los otros supone renunciar o ceder dentro de la posibilidad del castigo o del perdón.


Fácil resulta opinar desde la otra orilla, pero a mi entender Colombia inicia una reformulación del acuerdo de paz donde nuevos actores políticos han cobrado importancia y se juega una partida riesgosa donde las concesiones mutuas o asimétricas, dependiendo de la percepción, pueden ser causal de un punto muerto o empantanamiento que podría desdibujar el consenso con el consecuente impacto de la regresión del conflicto.


La paz es una construcción constante que no otorga votos sino libertad y convivencia armónica dentro de la diversidad.


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