Del agua mansa…

Carlos Freile

Del agua mansa líbreme Dios, que de la brava me guardaré yo, dice un viejo y sabio refrán. Se aplica sobre todo a las personas con una apariencia de bondad estremecedora, sonríen siempre, no se dejan llevar por el mal genio, al menos delante de personas extrañas a su círculo íntimo. Su apariencia beatífica engaña y adormece: los interlocutores bajan la guardia, quienes no las conocen de verdad confían en ellas casi de manera natural. Pero se parecen a esas aguas mansas que ocultan bajo su apacible superficie remolinos traicioneros o algas con garras vegetales que aprisionan y hunden a los incautos. Debemos desconfiar de los profesionales de la bondad, de los expertos en sonrisas, de los ladinos cultores del disimulo, de quienes en medio de la luz caminan envueltos en sombras.


Por eso en el profundo libro ‘El Principito’, el Zorro afirma: “Lo esencial es invisible a los ojos, solo se ve bien con el corazón”. Esta sentencia nos previene: ¡Cuidado con las apariencias! Busquemos con la sabiduría dada por la experiencia los signos del verdadero ser de esa agua sospechosa. Analicemos si en sus actuaciones previas al encuentro con nosotros no justificó las tropelías, los abusos, los engaños, los insultos, la violencia verbal y física. ¿Estamos seguros de que no ha ahogado a nadie con subterfugios buenistas? ¿No ha causado daño a pesar de su sonrisa benevolente? ¿Cómo ha llevado su vida con anterioridad?


Es difícil, muy difícil lograr conocer las entretelas del corazón humano, sobre todo cuando toda la vida se ha entrenado para disimular sus verdaderos sentimientos, sus auténticas intenciones. Se complica nuestro deber de cuidarnos del agua mansa porque a su alrededor pululan los correveidiles y los lacayos, dispuestos a medrar de esa falsa bonhomía, de esa engañosa tranquilidad.


Sobre todo se vuelve imposible librarse de la peligrosa agua mansa cuando con conocimiento y voluntad buscamos sumergirnos en ella para encontrar un bautismo regenerador, pues nos encontraremos con abismos de engaño, de falsedad, de mentira. Y no habrá ya remedio.


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