El mito del gradualismo

Jorge Oviedo Rueda

Dice la sabiduría popular que nada hay nuevo bajo el sol. Con ser cierto suele suceder que la memoria colectiva tiende a olvidar el pasado. Eso pasa en el Ecuador con la ideología socialdemócrata. Cierto que los jóvenes que votaron por Correa poco sabían del gobierno socialdemócrata de Borja, pero la gente adulta y los viejos lo hicieron, o bien por amnesia, o por ignorancia. El hecho de que Correa haya camuflado su concepción tras el discurso revolucionario no justifica el error. Hoy Moncayo representa ese pasado con el apoyo de “esa izquierda”.


Es que el de la ID fue uno de los gobiernos más nefastos que el Ecuador ha tenido, en todos los aspectos, pero particularmente para los sectores populares. Con la consigna de que “ahora le toca al pueblo” inició lo que, se suponía, era la reconstrucción nacional después del gobierno represivo y neoliberal de Febres Cordero.


Comenzó con casi todos los poderes en sus manos, sin oposición popular, con unas Fuerzas Armadas alejadas de la política, sin desastres naturales, con un buen precio del petróleo y el favor de los medios de comunicación. Tenía un panorama ideal para aplicar el gradualismo inherente a las concepciones socialdemócratas. Pero no. Desde el primer momento aplicó las mismas medidas neoliberales de Febres, comenzó a restringir el gasto público, ajustando la soga del cuello popular a favor del fondomonetarismo. Al final aprobó una reforma laboral que tiene hasta ahora a los trabajadores con el agua hasta las narices. El gradualismo de Borja lo continúo Correa y ahora Moncayo pretende que el pueblo ecuatoriano lo olvide, para lo cual cuenta con la complicidad de “esa izquierda” especialista en tropezar más de una vez con la misma piedra.


¡Pobre Ecuador!


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