El arte de desencantar

Jaime Vintimilla

Desde siempre se ha debatido sobre la naturaleza de la política, en especial para tratar de comprender sus múltiples acepciones orientadas al arte, doctrina u opinión relacionados con el poder o el gobierno, donde además los ciudadanos cumplen un papel decisivo, so pena de convertirse en meros súbditos, en aquellos casos donde los tiranos, en nombre del interés público, manipulan la libertad de las personas.


Infortunadamente, una actividad tan importante para el desarrollo ha sido invadida por una gran cantidad de personas que no comprenden su objetivo y han olvidado que conforme Platón, debe existir un grupo de profesionales o ciudadanos que sean educados para dicha actividad, gracias a una carrera meritoria.


No obstante, una necesidad inocultable es la presencia de la consecuencia de los actores sobre todo en la defensa de ideas, de coherencia y de principios, pues es común la ausencia de coincidencia entre los actos mostrados y los discursos celebrados.


Por ello, en la actual lid electoral y más allá de los deslices constitucionales sufridos desde la vigencia de la Carta de Montecristi, lastima a la prudencia, a la lógica y al civismo la presencia de candidatos y políticos que abusando de la amnesia ciudadana no tienen pudor alguno para cambiar de movimiento o partido, pues además votan urgidos por la obligatoriedad del sufragio, situación que a mi entender, conspira contra la convicción libre para elegir candidatos que ofrezcan respetar las reglas del Derecho y de la democracia.


Por ello, hogaño la política se ha convertido en el arte de desencantar, ya que los actores políticos se han orientado a buscar el poder gracias a un proceso de hipnosis forjado por la manipulación de ofertas y propuestas imprecisas que distan de resolver los acuciantes problemas y más bien se concentran en discursos baladíes y sin esencia que más se asemejan a un cuento tenebroso que a un programa político confiable.


No abrigo esperanza de que las cosas cambien a menos que todos aprendamos a exigir a los partidos que presenten candidatos de fuste, respetados y preparados, solamente así la política será también excelencia.

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