La retratista del alma humana

Nos cuenta una tierna abuela de 67 años de edad que caminando con su nieta por la calle ambas discuten ardorosamente. La nieta le recrimina porque se permite que gente como Putín o Lukashenco les gobierne. Una señora mira absorta la escena. Se acerca. Observa a la niña y le dice: “¿Por qué le hablas así a tu abuela? ¿No sabes quién es ella? La niña con aire fulminante le responde: “Claro que sé. Ella es mi abuela. Sé todo lo que ha hecho, pero eso no garantiza que me entienda siempre”.

Se trata de la ucraniana Svetlana Alexiévich, Premio Nobel de Literatura 2015, quien dice: “Como todos, soy una persona de carne y hueso. Hay personas que se creen dioses; eso no existe”. Ha dicho con énfasis que su anhelo es retratar el alma de los perdedores en los textos. Procede de ancestros familiares que murieron al formar parte de los partisanos en contra de los nazis. Siempre reclamó a sus padres por haber endiosado a personajes como Stalin o Brézhnev. En su libro Voces de Chernóbil, una refugiada le pregunta a la escritora: “¿Hay algo más pavoroso que el hombre?”. Concluye su reflexión diciendo que: “La familia es lo primero, de lado queda la ideología”.

Usualmente, a los dictadorzuelos la misma sociedad les entrega el poder para que hagan un buen o mal uso de esta franquicia. Más aún cuando, existe “la borrachera del poder” que los envilece, conocido como el mal de Hybris, que al mismo tiempo son “misóginos” porque desprecian a la unidad familiar, que es la célula primigenia de una sociedad. Para estos señores la familia tan solo les sirve para sus propósitos electoreros e inconfesables desviaciones conductuales. Viven alucinados de una soberbia absoluta y perdidos de la realidad; capaz de provocar mucho sufrimiento a la humanidad. (O)