Los mil sabios tontos

Carlos Freile

Hace muchos años se proyectó en nuestros cines la película ‘Los tres sabios tontos’, este título vuelve a la memoria por la actuación de muchísimos intelectuales y orientadores de opinión frente a las elecciones en los Estados Unidos. La inmensa mayoría daba por hecho el triunfo de la candidata políticamente correcta, impulsora de las causas progresistas; las cifras manejadas rayaban en lo inaudito, alguien adelantó, hace varios meses, un triunfo con cerca del 90% de los delegados electorales. Al otro, el advenedizo grotesco, gritón, misógino y xenófobo no le daban ni la más mínima oportunidad. Los medios europeos y norteamericanos bombardeaban al público con notas y análisis que demostraban sin ninguna duda la apoteósica victoria de la candidata demócrata. Todos sabemos el resultado final.


Más allá de los aspectos negativos o positivos (¿habrá alguno? se preguntarán los gurús del intelecto mundial) vale la pena preguntarse el por qué de tamaño fracaso en predicciones y comentarios. Pareciera que los sabios de la Grecia (recuérdese el siempre recomendable libro ‘Los intelectuales’ de Paul Johnson) no bajan nunca del Olimpo, de su saber definitivo. Se leen y alaban entre ellos, se nutren unos a otros de sus visiones teóricas ajenas a la realidad concreta vivida por millones de personas de a pie, personas sin resonancias mediáticas ni libros de politología leídos, peor escritos. Alguien ya escribió hace años sobre la “traición de los intelectuales” (usó otra palabra en algo despectiva) empeñados en forzar a los hechos a adecuarse a sus teorías y a teorizar impulsados más por sus íntimos deseos que por la observación aséptica de la sociedad.


Y como colofón, la soberbia. Si los ciudadanos norteamericanos no votaron por la candidata de los intelectuales, “deberíamos nosotros votar en su lugar, ellos no saben lo que les conviene”. Esta cita no es textual pero expresa con exactitud la afirmación de un comentrista español. El complejo de élite les ha hecho perder la humildad con la que debemos mirar el mundo, tan distinto al de nuestros sueños.


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