Binomios

César Ulloa Tapia

La conformación de los binomios presidenciales evidencia cómo los partidos quieren cubrir la crisis de liderazgo nacional, que no logra una intención de voto distribuida en todas las provincias y que sea ganador y seduzca al electorado. Parece que todo regresara hace una década, donde la conformación de dúos era entre personajes de Sierra y Costa o viceversa, pero ahora con un elemento de equidad de género en dos de las cuatro opciones con más posibilidades. En este sentido, la búsqueda de quien acompañe al candidato a presidente no ha sido fácil, más aún si el rol del vicepresidente es clave, teniendo como precedente la última década.


El tablero electoral está completándose en una carrera a Carondelet que advierte una disputa entre continuidad versus cambio, dentro de un contexto poco o nada favorable en lo económico y con indicadores de regresividad en materia de derechos civiles y políticos como advierten los informes de Naciones Unidas respecto de las libertades de opinión, participación y asociación. No se puede esconder la disputa entre el Gobierno y los medios privados, la bronca de este último contra las organizaciones de la sociedad civil que defienden y vigilan los Derechos Humanos y el intento de recomposición de los sindicatos y gremios en un clima que tuvo altos y bajos en materia de protesta social.


La idea de conformar grandes bloques entre partidos y movimientos del mismo e, incluso, diferente signo se decantó, porque la cultura del aislacionismo y la personalización de la política fueron más fuertes. Al final, las distintas opciones apostaron por una estrategia de cazatalentos más que de organicidad. Las alianzas se jugaron por figuras públicas, siguiendo una lógica de cualquier partido de cuadros que se nutre por fuera, antes que de cuadros formados en sus propias filas con algunas excepciones.


Pese a que el panorama se va aclarando en algo y que la indecisión baja, sin embargo hay una idea generalizada y es que ninguno de los postulantes seduce con la fuerza como para patear el tablero. Todo dependerá de la campaña y de que los candidatos logren sintonizar con las demandas más urgentes de la población.


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