La importancia del periodismo


ATILIO RUGEL ALBÁN


“Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando cómo vive” (Gabriel Marcel). En estas últimas décadas el periodismo en América Latina ha sido combatido por gobiernos reaccionarios, que creyéndose dueños de la verdad absoluta, que no existe, descargaron su fobia en periodistas que murieron asesinados, otros que fueron encarcelados y perseguidos hasta conducirlos al destierro. Y es que la comunidad donde vivimos se asemeja a una asfixiante campana de cristal que los condena al encierro.
Se entiende que los gobernantes de cada país son personas con un coeficiente intelectual que no debe dar margen al odio y la venganza contra quienes cumplen su papel de información; desgraciadamente, y hay que aceptarlo, en esta época lo que se da como mensaje a través del periodismo se ha convertido en una mercancía sometida a las leyes del mercado, de la oferta y demanda y no a otras leyes como los criterios físicos y éticos de lo cual se aprovechan los adversarios políticos para tratar de desnaturalizar la legitimidad con que se informa al lector de todos los países del mundo.
Cuánta desinformación y falta de conocimientos existiría si no hubiera el periodismo y pecaríamos de ignorantes por no empaparnos de los procesos duros de la historia contemporánea en América Latina. El periodista cubano, Alejandro Querejeta Barceló, con mucha propiedad señala que para los historiadores hubiera sido un verdadero dolor de cabeza si prescindieran de la prensa, porque para escribir sus relatos necesariamente hay que consultar los periódicos.
Todo lo que la humanidad conoce de la Primera Guerra Mundial y sus efectos posguerra, el antisemitismo y la xenofobia en la fenecida Unión Soviética; la lucha de sus pueblos contra la invasión hitleriana; los procesos sobre la liberación de África; la guerra del fútbol que enfrentó a El Salvador y Honduras; el golpe de Estado de Chile en 1973; la revolución iraní y tantos otros acontecimientos operados sobre la faz de la tierra, llegan al hombre porque el periodista no es un agente pasivo que observa la realidad y la esconde, sino que la comunica y saca a la luz para que la comunidad entienda el por qué, el para qué y el cómo se operan los acontecimientos en el mundo.
Entendido así el periodismo no debería sufrir los embates de gobiernos que no aceptan las críticas por los desaciertos que cometen; de allí que es necesario renovar las utopías que no tienen cabida en pleno siglo XXI y no es posible aceptar que se hable de libertad afirmando que para tenerla hay que sacrificar la justicia, porque se promete justicia admitiendo que para alcanzarla hay que amordazar la libertad.