Mi poder

Jorge Oviedo Rueda

Está fuera de toda duda que el Estado sigue siendo necesario para la marcha de las comunidades humanas asentadas en un territorio. Ese territorio es la despensa de esa comunidad y su administración es un asunto político que depende del favor popular. En el Estado se encarna el poder político que significa atender las micro y las macro necesidades de esa comunidad.


Por eso, la cultura política es un elemento indispensable en la comunidad, de la cual nace el poder. Las comunidades ignorantes son apolíticas, pero tienen la obligación de elegir cada cierto tiempo a sus representantes. El resultado ha sido desastroso. La ignorancia convierte a la masa en rebaño y siempre elige a sus verdugos. Ese es el negocio del sistema.


Si primara el interés de la comunidad, los políticos, desde el Estado, se ocuparían de elevar la cultura política de las masas, posibilitando el avance de la sociedad en su conjunto, pero cuando la política es un negocio, los políticos se convierten en mercancías y se venden al mejor postor, convirtiendo esta noble actividad en baratillo de ofertas, en bufonada, en espectáculo basura.


La educación política depende de la moral de los actores políticos y esta, a su vez, del desarrollo político-espiritual de los mismos, no solo político, no solo espiritual, sino de ambos. Ese equilibrio es el que apunta al futuro, de lo contrario tenemos oportunistas ladrones como Capaya y su banda o borrachas altaneras como la jueza Collantes o los corruptos de cuello blanco de todos los tiempos, administrando el poder de la comunidad.


El poder en el que yo creo es el de la autoridad, y la brújula de esa autoridad es el interés del pueblo. Llegará el día en que una vanguardia político-espiritual administre el poder de los humildes.


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