No descuidar la salud

ATILIO RUGEL ALBÁN

“Los pueblos cuyos hijos no gozan de salud, están condenados a vivir en el atraso”. Cuánto valor tiene el contenido de esta frase. A cuántas reflexiones nos obliga. Nadie que sufre quebranto en su salud tiene deseo de entregarse al cumplimiento de las obligaciones que le impone el trabajo, porque las fuerzas físicas y el estado de ánimo lo hacen sucumbir en el dolor. Por esta razón los absurdos de todos los países del mundo es no haber privilegiado la atención a los pacientes mediante la multiplicación de centros de salud, clínicas y hospitales no solo en la población urbana sino en los lugares más apartados del campo.

Algunas veces he hecho referencia y vuelvo a lo mismo de la forma inhumana como hemos vivido los esmeraldeños que desarrollamos nuestra infancia y adolescencia careciendo de toda la infraestructura que necesita el urbanismo para aspirar a una mejor calidad de vida.


Si muchos de nuestros hermanos de patio que hemos vivido martirizados de pisar lodo, atravesar calles inundadas de agua, enormes polvaredas que se levantan como sucede por poner un ejemplo en la recta de La Tolita-San Rafael; la falta de agua potable, la falta ‘de un buen servicio de energía eléctrica, de canalización para aguas servidas; de que’ se eliminen en pleno siglo XXI los pozos sépticos, la falta de una adecuada atención hospitalaria donde asisten los pobres que somos la mayoría, de aspirar gases tóxicos que dé manera generosa nos da la refinería, cuya permanencia en Esmeraldas no nos ha dado los beneficios que esperábamos; en cambio, sí nos han regalado una contaminación que ha llevado a muchos a enfermedades catastróficas y el total descuido de parte de quienes han administrado la cosa pública; todo esto, si ponemos un poco de atención nos está llevando poco a poco a minar el tesoro más preciado del hombre que es la “salud”.


El aire que respiramos no es completamente puro ya que tiene en suspensión pequeñas partículas de polvo portadoras de gérmenes muchos de ellos mortales y cuando llegan a penetrar al aparato respiratorio al ser retenidas por la sustancia mucosa que tienen como revestimiento las paredes de las fosas nasales, muchas llegan a pasar y son expulsadas al exterior por una especie de pestañas vibrátiles que en gran número forman una capa que reviste la tráquea y los bronquios.

Cuando las partículas que penetral al interior no logran ser expulsadas éstas producen enfermedades como el virus de la gripe, bronconeumonías, pleuresías; etc., ocasionadas por neumococos, estreptococos y estafilococos; sumándose a estos el más dañino y mortífero de todos que es el Bacilo de Koch que produce la tuberculosis pulmonar.