¡Como en el pasado!

En el histrionismo político todo es válido, con el propósito de captar a los electores. En la actualidad observamos cómo se emplean los mismos mecanismos del pasado como el actual Gobierno, que en sus inicios fue crítico con esta práctica, también postula a figuras de la pantalla y del deporte.

Varios actores de la farándula, reality shows, comedias y concursos, conocidos de la televisión nacional, en medio de críticas y felicitaciones, compiten en otro tablado el político. El lema de campaña es llegar a la Asamblea Nacional para representar a los “desposeídos”.

Esta estrategia politiquera habitual ha funcionado con relativo éxito a lo largo de la historia electoral del país, con la participación de personajes sin ninguna trayectoria política y escasa preparación académica, salvo excepcionales casos; cuya única carta de presentación es la publicidad y la identificación con el caudillo de turno.

Si bien es cierto que no existe ninguna limitación para que candidatos, sean deportistas, cantantes, gente del espectáculo, que han afectado la eficiencia de la Asamblea, la responsabilidad recae sobre los ciudadanos en elegirlos o no. Estos tiene que dirimir si este personaje por el que se siente representado está o no en capacidad de tomar las decisiones que la nación demanda, en su problemática social, económica y social.

Es importante que sepamos diferenciar entre el fanatismo que sentimos por los actores de la pantalla o el fútbol, y la sociedad que requiere del análisis serio y el juicio crítico, de sus representantes, que se los cultiva tras largos años de estudio y especialización, cursados en el país o en el exterior; sin perjuicio de que se convierta en un espacio elitista para el diálogo social. ¡Cada quien debe ocupar el espacio de responsabilidad para el que está formado! (O)