¿Ingenuos?

Una de las causas que podría explicar el descenso sistemático de la intención de voto por Lenín Moreno y Jorge Glas es la idea del Gobierno de que los ciudadanos somos torpes. Como si la realidad se pudiera edulcorar con propaganda, globos al aire y descalificación a los adversarios. Esto sucede cuando un buen porcentaje de las decisiones del oficialismo han sido tomadas por publicistas, mercadólogos electorales y jóvenes tecnócratas sin experiencia y que ahora corren el riesgo de engrosar las filas del desempleo.


También ha influido en este desplome de preferencias la triste actuación y frases desatinadas de quienes operan en el sistema de justicia. Solo falta que nos digan que llueve porque las nubes están grises, que el sol es amarillo y que el agua es transparente. No se entiende o, mejor dicho, indigna a morir la lentitud en la investigación de los casos de corrupción. No se trata de esperar sentados para que la justicia llegue, porque una justicia que no investiga y juzga en su momento, simplemente alimenta la impunidad, promueve la incredulidad en las instituciones y provoca escepticismo.


Otra conjetura que explica el descenso electoral es el evidente desempleo y subempleo. ¿Qué futuro les espera a cientos de miles de estudiantes colegiales y universitarios al momento de conseguir un trabajo? Esto explica, en gran medida, porque el discurso de varios candidatos para la Asamblea y el Ejecutivo ofertan la creación de empleo como si esto fuera fácil, de la noche a la mañana. Esta situación permite plantearse la siguiente pregunta: ¿se puede calificar de exitosa una gestión, donde se dejan carreteras, bonos, becarios, etc., pero también una generación entera de jóvenes sin empleo?


Otra cosa que ha movido las preferencias electorales, pese al alto porcentaje de indecisos es la desigual competencia electoral. Qué difícil les resulta a cientos de candidatos competir con el Gobierno, encarnado en el Estado, pese a que ya se fue la época de bonanza y la farra. En estas elecciones, habría que evaluar la continuidad de un Gobierno que se empecina en vender una idea que cada vez se aleja más de la realidad.


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