Se conmemoran 105 años de la denominada ‘Hoguera Bárbara’, donde murieron Alfaro y su gente de confianza.
El general Eloy Alfaro, líder de la Revolución Liberal, que triunfara el 5 de Junio de 1895, gobernó en dos periodos. Tras su segunda legislatura, que terminó el 11 de agosto de 1911 luego de su renuncia, postuló a Emilio Estrada a las elecciones presidenciales.
Alfaro intentó obligar a Estrada a renunciar antes de que asumiera el poder, a lo cual él se negó con el apoyo de la oposición liberal y los militares que, ante rumores de un golpe, se sublevaron. Tras estos hechos, Alfaro viajó a Panamá.
En Ecuador se vivían momentos tensos y alzamientos armados, por lo que Pedro Montero se comunicó con el ‘Viejo Luchador’ para que actuara como mediador, lo cual no fue aceptado por el gobierno de Carlos Freile Zaldumbide, a quien se encargó el poder tras la muerte de Estrada.
Las fuerzas liberales fueron derrotadas en sucesivas batallas en Huigra, Naranjito y Yaguachi. Una vez en Guayaquil, Alfaro fue apresado junto con otros líderes, y luego enviados en tren hacia Quito; paradójicamente viajó a su trágico destino en su obra emblemática.
En Quito, el 28 de enero de 1912, una multitud asaltó la cárcel donde estaban recluidos Eloy, Flavio y Medardo Alfaro, Ulpiano Páez, Luciano Coral y Manuel Serrano, quienes fueron asesinados y arrastrados por las calles hasta El Ejido, lugar donde fueron incinerados.
El principio del fin: Pedro J. Montero
Fue uno de los más reconocidos políticos y militares del liberalismo, a quien se lo apodaba como ‘El tigre del Bulubulu. Desde los 21 años colaboró con Eloy Alfaro. El 25 de enero de 1912 fue asesinado de un impacto de bala en la cabeza y arrojado por el segundo piso del edificio del gobierno provincial de Guayas. Su cuerpo fue descuartizado y arrastrado en la calle, para luego ser incinerado. Cuentan que su corazón y su cabeza se exhibían como trofeos hasta que fueron reclamados para darle fiel sepultura. El hecho fue el presagio de lo que ocurriría en Quito, contra Alfaro y sus hombres.
Ellos murieron junto a Alfaro
Luciano Coral
Militar y periodista ecuatoriano. Nació en Tulcán (15 de abril de 1867). Realizó estudios en Humanidades y Filosofía en el Colegio San Gabriel de Quito. Se incorporó como subteniente en el Batallón Restauradores. En Guayaquil se desarrolló como un notable periodista y fundó la revista La Aguja y diario El Tiempo.
Flavio Alfaro
Sobrino del general Eloy Alfaro y su familiar más cercano inmiscuido en política. Nacido en Montecristi (22 de junio de 1865), también alcanzó el grado de general. Se inició como miembro activo del Liberalismo Radical, y fue uno de los líderes junto a su tío.
Medardo Alfaro
Hermano de Eloy Alfaro, nació en Montecristi. Desde joven se identificó con los postulados liberales, por lo que acompañó al ‘Viejo Luchador’ en casi todas las campañas revolucionarias, que culminarían con éxito el 5 de Junio de 1895. Tuvo gran protagonismo en la batalla de Gatazo.
Manuel Serrano
Militar y caudillo liberal nacido en Machala (1844). Inició su actividad política y militar en 1882 en la campaña de la restauración en contra de la segunda dictadura del general Ignacio de Veintemilla. También tuvo un notable protagonismo en la caída del expresidente Luis Cordero –tras la Venta de la Bandera- y en el triunfo de la Revolución Liberal.
Ulpiano Páez
Uno de los hombres de mayor confianza del general Alfaro. Nació en Guanujo (Bolívar), en 1854. Empezó su carrera militar tras su ingresó a la Brigada de Artillería. Defendió a la Plaza de Quito en el enfrentamiento en contra de la dictadura de Ignacio de Veintemilla. Fue una de las figuras del triunfo de la Revolución Liberal.
Mi opinión en 60 segundos
Germán Rodas Ch. Historiador
‘Alfaro resultó incómodo’
El asesinato de Eloy Alfaro no es posible comprenderlo si no precisamos en primer término, el proyecto político que encarnó cuando se produjo la revolución de 1895. En efecto, Alfaro fue la expresión de un proceso para acabar con el pensamiento conservador y en un aliado de las expectativas de importantes sectores de la costa que buscaban modernizar la economía y consolidar su actividad comercial., desplazando al modelo terrateniente y a la influencia sobre la sociedad de los sectores clericales.
No obstante, una vez consolidado el liberalismo en el país, los grupos económicos beneficiarios de ese cambio de manera paulatina fueron acumulando recelos frente al ala radical liberal y respecto de la figura de Alfaro. A aquellos les interesaba mediante la vía electoral acomodarse en el poder y, en ese entorno, la figura de Alfaro y de sus más cercanos allegados le comenzó a ser incómoda.
El asesinato de Alfaro debe entenderse pues como corolario al afán de los núcleos liberales civilistas por hacerse del poder frente a los radicales y macheteros.