Convocados a caminar juntos

Carlos Freile

El título de esta columna es el mismo de la ‘Carta Pastoral de los Obispos del Ecuador ante las próximas elecciones generales’. Se trata de una de las declaraciones más clarificadoras y sensatas publicadas por los pastores de la Iglesia Católica en los últimos cuarenta años. Si bien se dirige a los católicos, puede ser tenida en cuenta por todos los ecuatorianos de buena voluntad, pues se asientan principios de evidente racionalidad natural. El eje de la Carta es afirmar que “el amor y el respeto a la vida y a la dignidad de las personas pueden transformar las relaciones humanas”. Los obispos no pretenden indicarnos por quién votar, sino ayudarnos, desde la sana doctrina y la correcta reflexión desapasionada a actuar con “una conciencia recia y bien formada”.


La Carta pasa revista a las realidades apremiantes de nuestra Patria. La primera, la pobreza, no necesita comentario. La segunda, la dignidad de la persona humana, recalca que esta condición le viene “por haber sido creada a imagen y semejanza de Dios” (y no por donación de un poder terrenal); esta dignidad conlleva derechos, reconocidos en la Constitución. Por ahora conviene resaltar el “derecho a la libertad religiosa”, en relación con ella, “no se puede aceptar el planteamiento de aquellos que pretenden reducirla, en aras de un laicismo mal entendido, al ámbito de lo privado”. ¡Más que bien y actual! La tercera, “el bien común”, la obligación de “promover la justicia social”, sobre todo para los “más desfavorecidos”; en este ámbito incluyen “la independencia de la justicia respecto del poder político” sin la cual “el pueblo nunca podrá crecer en libertad y en dignidad”. La cuarta: la subsidiaridad: el Estado no debe reemplazar al pueblo con sus “asociaciones y grupos sociales“ en la búsqueda de “la justa distribución de la riqueza y el desarrollo de una sociedad bien integrada”.


Si los ecuatorianos reflexionáramos con madurez en estas “realidades apremiantes” tendríamos una guía sólida para elegir a nuestros gobernantes, más allá de nombres y de propagandas.

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