Miseria

CARLOS TRUJILLO SIERRA



Metafórica y socarronamente hace años ya habíamos hablado del “trompabulario” de algunas personas osadas. Hoy, ya es de todos y de todos los días. El primer mandamás de los EUA se despierta con: los medios “deben mantener la boca cerrada” y muy de mañanita amenaza a la Universidad de Berkeley con cortarle los fondos federales en defensa de la libertad de expresión de un intolerante fanático y admirador del jefe. Todos los días -hasta que se le acaben- tendremos ladridos, mordiscos, rugidos y zarpazos contra jueces, maestros, políticos que no quieren ver la grandeza del ‘Pato Donald’.
Gracias por los estímulos recibidos y a mis congéneres jubilados quiero comunicarles -imposible compartir- el sibarítico aumento de mi pensión jubilar. No olvidemos la austeridad en el gasto. “¡Pilar, qué es eso de servir chocolate con leche y con queso fresco! ¡Abuelo, pero si eso sobró de la venta de la mañana! ¡Pilar, no quiero ver más despilfarro en mi mesa! Sí, abuelo”. Así se esquematizaba -no sé si se lo sigue haciendo- al miserable de la calle, del barrio o del pueblo, al gamonal avaro y al usurero tramposo. Teniendo, no querían gastar. Era su mezquindad ante el vivir natural, siempre trabajoso, del pueblo.
Cambian los tiempos, las costumbres, los productos de consumo y más. No sé cómo les va a los analfabetos (seguramente siguen como burros en aguacero) pero para los leídos, peor si pasan de los 40, basta ver los cuestionarios gubernamentales, principalmente, una factura, en esto también caen los libros publicados pródigamente por el Ministerio de Cultura de la RC, realmente es una tarea de Supermán (rayos X incluidos) pero yo preferiría decir una tarea de Hércules o de Prometeo, para distinguir y entender los textos escritos.
Ponga atención: colores débiles, ningún contraste llamativo. Todo gris sobre blanco sucio. Gustos miserables, almas grises con miedo del color, del blanco y del negro retinto, de la claridad.


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