Guerra total

Jorge Oviedo Rueda

Videos van, videos vienen. Los medios masivos de comunicación se han convertido en un campo de batalla. La verdad de unos es la mentira de otros; la mentira de unos, la verdad de otros. La campaña electoral convertida en un espectáculo, cuyo invitado más sorprendido es el pueblo.


El “dulce encanto de la oligarquía” ecuatoriana ha consistido siempre en hacerle creer al pueblo que sus rencillas intrascendentes son el meollo de los asuntos nacionales. ¡Corrupto! le dice Cynthia a Lasso, ¡Corrupto! Le dice Bucaram a Lenín, ¡Corruptos! les dice Lenin a todos. Se forma un revuelo tan escandaloso que, reproducido por periodistas servidores del sistema, parece que estamos a punto de resolver los problemas; pero no.


Uno de los ocho candidatos triunfará el 19 de febrero y todos los problemas de la nación seguirán iguales. El circo electoral ha cumplido su objetivo, el cual es barnizar la podredumbre, seguir como siempre, hundidos en el estiércol de la corrupción hasta las narices, pero con la renovada esperanza que de hoy en adelante respiraremos mejor.


En lo personal no creo en la honestidad de este gobierno porque sus funcionarios son parte del engranaje colosal de la corrupción estructural del capitalismo, pero mientras no se pruebe que Glas, Lenín o Correa son corruptos, tenemos que presumir su inocencia. La única forma que el sistema ha inventado de combatir la corrupción es la jurídica. Sin pruebas condenatorias no hay culpabilidad.


Es por eso que el sistema se reproduce. Bien que caiga un Álex Bravo, pobre ingenuo, mientras decenas de avivatos se escabullen por el agujero de la impunidad. Día llegará en que el pueblo deje de ser invitado de piedra. Llegará el día de la justicia popular, en que la corrupción dejará de ser un triste espectáculo.


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