Inteligencia electoral

Jaime Vintimilla

Aprovechando la visita de uno de los creadores de la teoría de la Cibernética Social, el gran pensador brasileño Waldemar de Gregori, resulta oportuno traer a colación su tesis de concebir “el cerebro integrado por tres bloques: izquierdo, derecho y central” así como el hecho que “su producción nos brinda un capital mental triádico o capital intelectual”.


En el cerebro izquierdo predominan las funciones lógico-analíticas que marcan la inteligencia racional; en el derecho sobresalen las funciones intuitivo-sintéticas que determinan la inteligencia emocional y en el cerebro central o pragmático destacan las funciones motoras-operacionales que constituyen la inteligencia operacional.


En este sentido, uno de los aportes más significativos guarda relación con el denominado juego triádico que emerge de los tres procesos mentales descritos que funcionan en nuestro cerebro y que se manifiestan en forma de una lucha de poderes para obtener una maximocracia.


Para ello, la interacción, no siempre uniforme, de estas tres fuerzas muestra una oposición que no bloquea sino que complementa y ayuda a la toma de decisiones que favorece el perfeccionamiento de un grupo humano.


Precisamente quiero aplicar esta funcional tesis a las elecciones del domingo, pues las tres inteligencias bien podrían ayudarnos a generar una cuarta denominada inteligencia electoral que serviría para definir el destino no solo del votante sino de todo el país.


La inteligencia operacional, que tiene el poder, busca resultados más allá de los conocimientos o de las brillantes ideas, en cambio, la racional no se encuentra satisfecha con la situación actual y más bien la rechaza; por último la inteligencia emocional es la que equilibra la relación entre los grupos oficiales y los anti-oficiales, pudiendo de acuerdo a sus conveniencias, adherirse a uno u otro grupo, pues son colaboradores, pero buscan tranquilidad para desarrollar sus actividades.


Entonces, para votar inteligentemente es necesario equilibrar lo racional, lo emotivo y lo práctico, pues de no hacerlo, la inteligencia electoral habrá fracasado y perderemos la posibilidad de transformar nuestra realidad.

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