Rojos por fuera

Jorge Oviedo Rueda

¿Es mi voz una voz que clama en el desierto? Creo que sí. En noviembre de 1981, en el XXXV Congreso del PSRE, Telmo Hidalgo, un maestro socialista inolvidable, cometió el más grande error de su vida al confiar la dirección del Partido al doctor Granda Aguilar. Treinta y seis años más tarde, no solo que no hay PSRE, sino que el socialismo doctrinario, herencia de líderes como Hidalgo, Aguirre, Almeida fue transformado por Granda -junto a otros alquimistas de la política de izquierda-, en simple y vulgar socialdemocracia.


Lo que hicieron estos “líderes socialistas” lo hicieron también los dirigentes de las otras tiendas políticas de izquierda. Todos, sin excepción, sumaron una corriente liquidacionista. Esa corriente creció a pesar de la tenaz oposición de los revolucionarios, que veíamos cómo desaparecía la alternativa popular. Muchas voces, entre las que estuvo la mía, nos jugábamos el todo por el todo para encaminar el proceso. La posición común de la izquierda revolucionaria era consolidar un partido ideológica y orgánicamente sólido que levante un programa anticapitalista como opción revolucionaria a la socialdemocracia. No pudimos, teníamos al enemigo en nuestras filas.

La derecha se camufló tras el “discurso revolucionario” de Correa y ha llevado adelante un proceso sistemático de modernización del capitalismo. Esa izquierda de pacotilla, roja por fuera, rosada por dentro, es la responsable de la triste situación que tenemos ahora, no la derecha, que por medio del correísmo demostró imaginación para tomarse y mantenerse en el poder. Pero está llegando el tiempo: nadie volverá a creer en una socialdemocracia disfrazada de izquierda. De hoy en adelante proyectaremos nuestra voz más allá del desierto. Va llegando la hora de los hornos…


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