Populismo o democracia

POR: Ramiro Ruiz R.


¿Qué está en juego en las elecciones del próximo 2 de abril? La decisión entre dos modelos opuestos. Uno definido como populismo del siglo XXI, caracterizado por su totalitarismo, el desprecio y liquidación de las liberales, el insulto y descalificación a quienes defienden la democracia, así como el presidencialismo y la anulación de poderes, un pésimo manejo de la economía.


En estas semanas de campaña el candidato Lenín Moreno habla de cambio. ¿Qué puede cambiar el populismo? El populismo puede ofrecer vivienda, trabajo, felicidad, pero no sabe cómo financiar. Se terminó el dinero y el Gobierno hasta ha saqueado los fondos del Seguro Social y cada mes acumula una deuda gigante.


Para afirmar el significado del populismo basta el apoyo de pensadores que han vivido en otros países la destrucción de las economías y el empobrecimiento de las sociedades latinoamericanas.


Partimos de una afirmación histórica y por tanto irrefutable. El populismo es la demagogia en el poder. La demagogia es la tumba de la democracia. Así explican los escritores Mario Vargas, peruano; Enrique Krauze, mexicano; Sergio Ramírez, nicaragüense, excomulgados por el populismo de los países antidemocráticos.


Todos los demagogos que aspiran al poder son iguales, aunque sus identidades ideológicas sean distintas y aún opuestas. Como su raíz lo indica irrumpen en la escena pública a través de la palabra que halaga al pueblo. El populismo divide al pueblo entre los buenos (que le siguen) y los malos (que lo critican).


Un líder carismático para redimir al pueblo (Correa, Ortega, Kirchner, Maduro) gana las elecciones, se apropia del aparato corporativo, burocrático, productivo (y represivo) del Estado, cancela división de poderes, ahoga las libertades e irremisiblemente instaura la dictadura.


El populismo acude a la mentira pública sistemática, el saqueo del petróleo y la corrupción que ha envenenado al Ejército, a la Policía y a los funcionarios del Gobierno. Lo que producirá el desastre del populismo es la arrogancia, esa soberbia absurda y el fanatismo que les enceguece.


Lo que le resta a cada ecuatoriano responsable es defender con el voto, la democracia: las amplias libertades individuales y sociales, la cultura cívica, la considerable modernidad de la economía. Espera doblegar a la delincuencia, el tráfico y la corrupción. Un gobierno populista más que un anacronismo primitivo sería un suicidio.


La tendencia democrática está ganando la batalla en Iberoamérica. El populismo persiste sólo por la fuerza (por el interés pordiosero de defender el carguito), no por convicción.