Violencia engendra violencia

Jaime Vintimilla

La argumentación constituye “un medio para afirmar nuestra identidad como sujetos”; un elemento esencial, según el historiador Jacques Sémelin, de la estrategia de actuación que se opone pacíficamente a la violencia.


Infortunadamente, en nuestros días, se ha ratificado, en todas sus formas, a la violencia como una herramienta para imponer criterios políticos; por ello, no sería del todo díscolo leer El Galateo publicado en 1558 donde se explica “cómo pasar de la feritas (bestialidad) a la humanitas, de la violencia a la civilización, para alcanzar finalmente la verdadera naturaleza del ser humano”.
Por otra parte, para recuperar el diálogo, el debate y el respeto, conforme a la tradición humanista son necesarios al menos tres mecanismos que nos permitirán afrontar mejor la violencia en situaciones complejas como las que vivimos durante la presente década.


En primer lugar, la objetivación permite que una parte se vea en el acontecimiento desde el exterior y guarda relación con otorgar un carácter objetivo a las emociones, sentimientos e ideas propias, controlarlas y representarlas interiormente para distanciarse mejor de ellas. Para lograrlo es necesario conocer los acontecimientos y solamente así se podrá actuar mejor, pues si se entienden los elementos de una situación, en lo posible, no se emitirán juicios de valor gratuitos sobre una idea, persona o sentimiento.

En segundo lugar, la escucha activa y propositiva permite que la empatía inunde una relación compleja, de tal modo que al ponerse en el lugar del otro, facilita escucharse sin necesidad de adoptar su posición o criterio.


Por último, la argumentación o “afirmación argumentativa del punto de vista propio constituye la acción decisiva, la que cambiará las cosas”, ya que no solo hace posible afirmar el criterio propio, “sino que, ofrece la esperanza de convencer al otro” para que renuncie a aquella violencia que transforma a una situación en compleja, peligrosa y difícil.


Cuando logremos hablar con las personas que mantienen un punto de vista opuesto al nuestro habremos entendido que la democracia se construye y no se impone a puntapiés.

Valorar a la palabra y evitar la ignorancia argumentativa.


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