Al rescate


CARLOS TRUJILLO SIERRA


Hace diez largos años, no todos captamos el inicuo “al abordaje” que subrepticiamente algunos cientos y hasta miles de mentes turbadas, manos vacías y corazones perversos (persecuciones, cárceles, amedrentamiento, miles de despedidos, insultos y pecados de odio) impusieron –temporalmente- en la isla de paz de nuestros sueños. Al momento de pensar estas líneas, ignoro cómo y cuándo caerán los dados que lanzamos este domingo. No importa, porque ya lanzamos y con fuerza nuestro grito: “Al rescate”. La pesadilla, con patadas de ahogado, va retrocediendo, afloja sus garras y nosotros recobramos fuerza y lucidez para recobrar nuestra dignidad y autoestima.
Vamos al rescate de la educación. Cuando se quiere aprender y enseñar, no son indispensables escuelas con ascensor y aire acondicionado. Nunca voy a olvidar una foto de hace unos 50 años en la que en algún lugar del África, negra y profunda, las clases se daban a la sombra de árboles. No vamos a volver a los árboles con nuestros climas, pero sí vamos a volver a tener sueños, visiones, ideales, rebeldía. En 1974, durante la primera gran huelga de maestros de la ciudad de Nueva York (contagiada a otras ciudades y estados de la Unión Americana) el presidente del Sindicato de Maestros decía: “Esclavos no pueden ser maestros de hombres libres”. Volveremos (me atrevo a incluirme) a ser libres, volveremos a discutir, expulsaremos la domesticación y la verdad única.
Pedir sanción para siete canales y periódicos por no pasar la propaganda de un medio extranjero, pagada por nuestro gobierno, con nuestro dinero, es una salida desesperada, estos corazones perversos nunca entendieron y ya no podrán entender que no hay ser en el mundo que pueda imponer su gusto estragado, que no hay ni ser ni aparato que pueda cambiar mi gusto pasando de ácido a meloso. Espero que el rescate sea civilizado (mal indicio las vuvucelas del Olímpico Atahualpa).


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