¡Perdieron, qué pena!

Jorge Oviedo Rueda

Más de una semana y todavía suenan los ecos electorales. Lo inobjetable es que el organismo rector de los comicios proclamó resultados que favorecen al binomio Moreno-Glas. El binomio opositor no ha podido demostrar, con hechos objetivos y probatorios, que hubo fraude.


La cantaleta del fraude ha sido una práctica común de nuestros políticos. Es, en cierta forma, un reflejo de nuestra forma de ser. Refleja la mentalidad de las clases dominantes acostumbradas a ser dueñas de la razón. Algo así como cuando usted le demuestra al ‘chapita’ de la esquina que tiene razón y este le contesta: “si, pero va preso”.


La diferencia entre Moreno y Lasso es de cerca de 230 000 votos. Es poca, cierto, pero, ¿por qué no se acepta el resultado? Porque Lasso representa la razón oligárquica, la que desde la época colonial ha estado acostumbrada a ganar. Los manifestantes de CREO-SUMA que merodean el CNE son este sector, los que tienen en la punta de la lengua a Dios, la tradición y la propiedad. La nación tiene que ser a su imagen y semejanza o no es nación.


Y no es que los de AP sean diferentes. La única diferencia es que se robaron el discurso de la izquierda y por su intermedio hablan a nombre del pueblo; pero no son pueblo y creo también que son capaces de haber hecho fraude, pero no soy tan torpe de asegurar que lo hicieron si no tengo ni una prueba para demostrarlo.


En fin, el cuento del fraude es una práctica histórica de la oligarquía. Estas elecciones ponen fin al ciclo del progresismo ecuatoriano. Detrás de la mano extendida de Lenín hay que olfatear la propuesta de pacto interoligárquico que trae, lo que quiere decir que la paz social no será otra cosa que la licencia legal que tienen los de siempre para seguir saqueando el Ecuador.


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