Maldita indiferencia

César Ulloa Tapia

La indiferencia es una característica de nuestra cultura política desde que surgió la república. Según los datos que proporciona el Latinobarómetro desde 1995 hasta el informe del 2015, somos el país que registra la menor participación en asuntos de la cosa pública. Bajo este criterio, poco o nada nos importa lo que sucede o deje de suceder.

La realidad nos duele solo en el discurso y la comodidad. Por ejemplo, el 79,5% de los entrevistados para este estudio dijo que casi nunca y nunca hablan de política con sus amigos. Solo el 5,9% dijo que estaría dispuesto a marchar para defender los derechos democráticos y el 82% respondió que casi nunca y nunca trabajarían por un candidato o partido político.

Entonces, por qué carajos nos quejamos de los gobernantes que tenemos, si la situación de ningún país cambia con lamentos, rumores y análisis de café de comentaristas frustrados.


La participación de la gente no se agota en la protesta y la movilización que ahora las califican sin ningún fundamento como calentamiento de las calles.

La participación, más bien, significa hacer todo lo que esté al alcance de una persona para mejorar la convivencia con el otro y esto va desde acciones como asistir, deliberar y tomar decisiones en estructuras mínimas como los comités barriales, pasando por integrar grupos de discusión y propuesta temáticos o plurales hasta el papel que se pudiera cumplir en una organización política, llámense estos partidos y movimientos. En este sentido, si la gente no empieza a participar todo se va al diablo.


En esta misma línea de discusión, no se puede perder de vista que participar está en sintonía directa con la construcción de ciudadanía, en la medida que las personas ponen en diálogo permanentemente sus derechos y deberes, porque saben que son libres para asociarse, participar, pensar, opinar, pero también que si no lo hacen asumen todo lo que sucede, más allá de que estén de acuerdo o no. En momentos en los que se inaugura un nuevo ciclo político, la participación debe ser esencial para oxigenar la política y los políticos. Usted decide.

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