Infortunios de los pescadores


ATILIO RUGEL ALBÁN


“La libertad más difícil de conservar es la de equivocarse”, Morris West. El asunto de los trabajadores del mar se ha convertido en una tragicomedia, porque el tema de los atracos, crímenes y pérdida de sus materiales no es nada nuevo; por varios años han padecido el martirio de dolorosas pérdidas de vidas humanas que se repiten y siempre las autoridades encargadas del control de las playas y del mar territorial tienen la misma respuesta, cuando expresan que sus servicios de inteligencia están tras la pista de los delincuentes. Es que los piratas que atacan a indefensos hombres de trabajo o son muy listos y poseen todos los medios de comunicación para sortear la persecución o nos ponemos a pensar que hay una manifiesta ineficacia y quemeimportismo para no poder detener a estas mafias que todo lo saben y todo lo calculan.
Seguros estamos que las faenas del mar son muy difíciles, toda vez que están expuestos al sol canicular, a las lluvias, tormentas, caídas de rayos; en definitiva expuestos a los caprichos de la naturaleza jugándose la vida para traernos el pan a la mesa y nosotros que somos cómodos no medimos el sacrificio de personas que mueren en el trabajo. No entiendo cómo es que en los tiempos actuales con los avances tecnológicos en lo que a medios de comunicación se refiere, las autoridades no tienen contacto permanente con la Marina de Colombia y Perú, países con los cuales limitamos, para controlar a tantos malignos que les gusta la vida fácil.
En un lamentable accidente pierde la vida un pescador de apellido Obando que deja varios hijos en la orfandad que era el sostén del hogar; pero la inexperiencia de quienes conducían la embarcación que a menos de 50 metros sin aviso de intimidación, disparan a mansalva a los que habían salido a buscar el sustento del hogar porque los confundieron con asaltantes, lo cual lo ratifica un compañero del muerto que se escapó de morir y narra lo sucedido, porque de no haber sido así probablemente todo quedaba bajo las sombras del engaño.
Creemos los ciudadanos de bien que la metodología que emplean los que usan las armas deben ser personas equilibradas y con una instrucción especial para saber en qué momento se las debe utilizar, pero parece que muy superficialmente reciben instrucciones que dejan grandes vacíos y que las pruebas están a la vista. La vida no se recupera y los errores se pagan caros, el dinero no devuelve la tranquilidad a los hijos, padres y viudas que piden justicia.