Vale madre


César Ulloa Tapia

La realidad “vale madre” cuando las cosas se fueron por el caño, llegaron al albañal y finalmente se pudrieron. Eso pasa cuando no hay independencia en las funciones del Estado en cualquier país que se precie de democrático. He traído a colación esta frase, “vale madre”, por la contundencia que tiene en muchos países de América Latina, donde, por cierto, varias situaciones han demostrado el deterioro progresivo de los derechos, las libertades y las garantías. El caso más doloroso es Venezuela, pero varios líderes de los gobiernos mal llamados progresistas ven el desangre del pueblo hermano desde inmensas pantallas de alta definición y no se inmutan por la represión, los arbitrarios estados de excepción y la persecución a la prensa.
Cuando las cosas “valen madre” es tarea urgente de toda la población reinventar la política desde el lugar que ocupa en la sociedad, no vaya a ser que estemos expuestos a reeditar pasajes tan oscuros de la historia como el hecho de ver enjuiciados a los miembros de la Comisión Anticorrupción, de quienes ninguna persona en el Ecuador puede decir algo negativo acerca de su formación, ética y servicio al país. No salimos del asombro, porque somos millones de personas, las que miramos cómo estas personas que no han hecho otra cosa que representarnos estuvieron a puertas de ser privados de la libertad.
Al ingreso de este nuevo ciclo político, las cosas no pueden “valer madre”, porque la ciudadanía debe estar más activa que nunca, es decir debatiendo, analizando y proponiendo para mejorar nuestra realidad, pero también alzando la voz cuando sea menospreciada, vulnerada y burlada su integridad política, social, cultural y económica. Hay que pasar del baratillo de ofertas a la administración sensata de la cosa pública, a propender y exigir la independencia y autonomía de todas las funciones del Estado, a engrandecer la patria. No queremos que nunca se repita un episodio en el que Simón Espinosa, Isabel Robalino, Jorge Rodríguez, Germán Rodas, Julio César Trujillo, Fernando Vega, entre los más visibles, sean encausados por extirpar el cáncer más doloroso, la corrupción.



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