CARLOS TRUJILLO SIERRA
Todos lo oímos, nos lo repitieron cien o mil veces, y llegado el rato -al igual que en Turquía y el nuevo sultán resucitado Erdogan (amigo de nuestro saliente) apenas lograron escurrirse con el triunfo. Qué pasó con el 3 a 1, se mezclaron las cartas del tarot y de la baraja española, se trizó la bola de cristal, fallaron los huesos, las conchas, los frijoles del vudú y la macumba, el vuelo de los pájaros, las entrañas de las ovejas sacrificadas. Tanta alharaca y quedamos en un casi 49 a 51. Tres a uno, si yo tengo tres, y tú tienes uno, yo tengo 1.000 y tú tienes 3.000, tú tienes 3 millones y yo apenas llego a un triste millón (aprenderás bien para la próxima ocasión).
Pero somos tercos, porfiados (o rudos, como nos decían en la escuela cuando nos costaba dibujar las letras o entender que 2 + 2 son 4), no aceptamos que la palabra de RC y de su más triste acólito sea ley, verdad irreversible. Todo lo que sucede en la vida real y me considero un testigo privilegiado se convierte en mentira vil, blasfemia laica condenada. Hemos visto, hemos oído, hemos sufrido “verdades verdaderas”. Los muertos no estaban en el padrón, pero en esas hojas estaban los nombres de parientes, amigos, conocidos que nos abandonaron hace años. No hubo nombres de extranjeros (sin cumplir los requisitos) pero en los padrones de la segunda vuelta desaparecieron del padrón, sin denuncia ni nada.
Un padre de familia hace un trámite y el examen de conciencia y confesión completos que exige nuestra burocracia y la resolución no sale a nombre del solicitante sino a nombre de su hijo de 8 años, que había sido incluido como carga familiar. Nadie sabe cómo se cambió el nombre del destinatario. Días y horas desperdiciadas y el que sufre es la víctima y denunciante porque el funcionario público (un posible analfabeto funcional) tiene pánico a reconocer un error y se convierte en un saltimbanqui culpando al sistema, al teclado, a todo. Él, es inocente.
Próximamente compartiré con ustedes ideas que desde hace décadas vienen circulando y que piden que el gobierno (cualquier gobierno) saque las manos de la educación.