Alfonso Espinosa: ‘La tecnología hace lo que la ideología no puede’

ENTREVISTA. El reconocido periodista ecuatoriano, durante su diálogo con La Hora, en su oficina.
ENTREVISTA. El reconocido periodista ecuatoriano, durante su diálogo con La Hora, en su oficina.

Alfonso Espinosa de los Monteros cierra con esta reflexión y con su visión del futuro el segundo tomo de su libro de memorias.

POR: ALEXIS SERRANO CARMONA

Ahora es muy normal verlo presentando las noticias, pero don Alfonso Espinosa de los Monteros estuvo a punto de no trabajar nunca en televisión. A sus 22 años tenía todo muy bien planeado: estudiaba Arquitectura en Guayaquil y como “necesitaba sobrevivir” trabajaba de locutor en la flamante radio La Prensa. Unos años después, en 1967, Javier Alvarado llegó para echarse abajo todo el plan. Alvarado era muy amigo del dueño de la radio y recién había ‘dado a luz’ a Ecuavisa, que entonces se llamaba Canal 2 de Guayaquil. Cuando le propusieron que fuera a hacer una prueba frente a la cámara no quiso. “No me gusta la televisión”, contestó. Pero, fue tal la insistencia de ambos, que no solo hizo la prueba, sino que luego moderó un programa y Alvarado supo que no había marcha atrás: “Tienes que venir a trabajar acá”.

“A veces impresionaba por la voz; creían que era un galán de unos 40 años, cuando era un pinche escuincle de 118 libras”, dice ahora don Alfonso tras el escritorio de madera que está en su oficina de Ecuavisa, que incluye un salón de reuniones, una sala de estar y el diploma que le dieron cuando le otorgaron el Récord Guinness como la persona que más ha permanecido en un mismo espacio de televisión: 50 años y sigue contando.

Hace poco presentó el segundo tomo de su libro de memorias, que se titula ‘Vaivenes de la democracia’ y abarca desde 1988 hasta 2016. Él se esfuerza en aclarar que no es un libro de historia, “porque no está escrito con las rigurosidades de un historiador”; pero lo cierto es que se vuelve un documento histórico porque ofrece detalles profundos de la política, la economía, las comisuras del poder y, claro está, la lucha por la libertad de expresión.

Esto matizado con todo tipo de anécdotas. Como aquella vez en la que Guillermo Sotomayor, un candidato presidencial de 1988, lo invitó a su casa en La Maná para ver naves espaciales. O cuando Abdalá Bucaram llegó a una entrevista lleno de cajas de víveres, que pretendía meter al estudio para demostrar cómo se había encarecido la vida.

‘El retorno de los brujos’

Las últimas seis páginas del libro, el capítulo 53, se llama ‘A manera de cierre’. Ahí están contenidos muchos de los principios, los pensamientos de don Alfonso y cómo él ve el mundo del futuro, donde las ideologías dejen esa guerra encarnizada a la que nos acostumbraron. “Evolución y no revolución”.

Esas seis páginas tienen mucho de filosofía, de esoterismo: “La integralidad del hombre es la misma integralidad del universo. Somos seres espirituales, con una mente consciente y creadora y con necesidades físicas y corporales. Los tres ámbitos dependen mutuamente de cada uno y tiene que producirse un sano equilibrio para que haya complemento. Desde ese equilibrio y ese complemento, tiene que nacer la nueva aventura”.

Y para él no es nada raro escribir esas palabras porque durante toda su vida ha estado interesado por el esoterismo y la visión espiritual, “no religiosa”. En los años 60 llegó a sus manos un libro llamado ‘El retorno de los brujos’. Le llamó la atención, dice ahora en su oficina, porque ahí se dicen muchas cosas que podrían parecer ficciones pero tienen una fuerte carga de investigación. Recuerda un capítulo que habla sobre la civilización egipcia y cuestiona cómo fue posible construir unas pirámides tan grandes en esa época, que se hubiese necesitado una mano de obra increíble; y los autores dan a entender que ahí hubo una presencia extraterrestre.

“Ese libro tiene una misión, que es abrirle la mente a uno, a aceptar las cosas que no siempre se pueden ver o probar. A tener una visión que vaya más allá de lo concreto, de lo material. (…) Desde luego, eso no es aceptado por la ciencia, ni está comprobado, pero uno se comienza a preguntar por qué no”.

Don Alfonso cree que las utopías deben existir, que el hombre siempre está queriendo algo nuevo, descubrir, no quedarse estancado. Hasta ahí todo muy bien. Pero piensa que cuando esas utopías se vuelven ideologías, chocan con ese propósito porque se vuelven dogmáticas. Las ideologías son definidas en un momento de la vida del hombre; pero la vida del hombre va cambiando y la ideología no. Entonces, de repente la ideología se queda atrás y pierde valor”.

Se supone, dice, que las ideologías son pensadas para mejorar la vida de las personas, pero que, en la práctica, no lo hacen. Aunque hay algo que sí lo logra: los inventos, la tecnología. “Por ejemplo, el arado. El hombre era nómada y andaba por todo el mundo improvisando su vida. De repente, se inventa el arado: un trozo de madera que sirve para remover la tierra y el hombre se vuelve sedentario, se asienta en lugares, aprende a alimentarse con criterio de organización: cuánto tiene que sembrar, dónde tiene que sembrar, empieza a estudiar los climas. Empezó un concepto de civilización. Eso no lo hizo una ideología, lo hizo un invento. La tecnología hace lo que la ideología no puede”.

El futuro

Incluso en la intimidad de su oficina, Alfonso Espinosa de los Monteros habla con esa voz gruesa y profunda que rebota frenéticamente entre las paredes. Lleva terno y corbata porque en pocos minutos tendrá que irse a preparar el noticiero estelar, el de la noche.

Cree que en el futuro ya no estará tan presente esa “combinación de izquierda y derecha”. Que la evolución llevará al hombre a ver las cosas desde un estado superior. “La nueva ideología será producto de una mirada desde arriba. Si me pongo en la mitad, que es donde hemos estado hasta ahora, miro a los dos lados. Si me pongo arriba, tengo una visión más amplia, panorámica. Aparentemente, el socialismo y el liberalismo son irreconciliables, pero no es así. Desde arriba se puede ver lo mejor de los dos, evolucionando hacia algo superior”.

¿Cree que está cerca el día en que la humanidad comprenda esto?

Creo que sí, porque está cambiando. Ahora vemos que el Presidente de Estados Unidos se reúne con el de Rusia como si nada y empiezan a trabajar en función de intereses comunes. Eso no se podía ver en la Guerra Fría. ¿Dónde queda el pasado? Eso es parte de la evolución.

Frases

“El hombre era nómada y andaba por todo el mundo improvisando su vida. De repente, se inventa el arado: un trozo de madera que sirve para remover la tierra y el hombre se vuelve sedentario”.

“Aparentemente el socialismo y el liberalismo son irreconciliables, pero desde arriba se puede ver lo mejor de los dos, evolucionando hacia algo superior”.