Pasajes y migajas

El mayor problema del incremento de pasajes de transporte en Quito es la cadena inflacionaria que se avecina y el deterioro de la calidad de vida del ciudadano de a pie. Con la medida, la economía popular encontrará más tropiezos, el desempleo acumulado desatará más formas de delincuencia y la panorámica de recesión tendrá nuevas dificultades antes de despegar desde otra dinámica productiva distinta.

Las estadísticas sobre macabros accidentes en las vías no paran. El trato abusivo a los usuarios del transporte persiste. El servicio público caótico, inequívoco y desorientado es una realidad desde la última década. El pago de compensaciones a buseros inescrupulosos por un largo período permite constatar los errores de esas políticas subsidiarias ineficientes. Una dinámica del gasto improductivo, de la falta de controles y auditorías, del deterioro de servicios estatales sin presupuestos y del escaso criterio empresarial cuando no hay competencia para que se garantice una eficiente movilidad urbana. Por ahora, conductores y peatones se preguntarán: ¿para qué tanto impuesto? ¿Tantas citaciones judiciales y multas? ¿Tanta foto-multa y recaudación del pico y placa? ¿Dónde está el dinero? ¿Por qué las calles siguen llenas de baches y las paradas destruidas pero sí se emiten permisos para obras monumentales innecesarias y torpes?

Sin duda, la construcción del Metro de Quito tiene una carga política, económica y urbanística de alto riesgo. Su financiamiento y vinculación con la empresa Odebrecht (la del mayor escándalo de corrupción de la región) complican el reto de un Estado asistencialista en banca rota y endeudado. A lo mejor, la propuesta de diálogo y un cambio de dirección serio en las autoridades, que intenta solucionar los problemas de transporte en la capital, sí lograrían alcanzar resultados positivos. Varios grupos de arqueólogos, académicos, ecologistas y urbanistas desde hace años intentan ser escuchados y ampliar el debate. Un tren eléctrico siempre será una carta bajo la manga. Ellos, los técnicos, afirman que muchas decisiones fueron inconsultas, que muchos contratos fueron apadrinados y que el detalle de una rendición de cuentas está pendiente. Por eso, la subida de pasajes solo es el efecto de una ideología obsoleta, en transición y tras una herencia miserable de ideas. Migajas y ni un solo centavo.

@klebermantillac
[email protected]