Ficción y continuismo

Nada de lo que hace el actual gobierno es aislado. Ha heredado del anterior, que es su hacedor, dos problemas: la corrupción que no puede soslayar y una crisis económica inocultable, pues hay deudas, pocas inversiones, desempleo. Pero hay un tercer legado que no lo puede ocultar: el compromiso de continuar con la denominada revolución ciudadana, con casi los mismos nombres de la denominada “década ganada” que es la del dispendio, limitación de libertades, asamblea sumisa y enemigos forjados: la prensa y la partidocracia, además del jugueteo internacional.

La mala de la película no es la política, sino sus artífices. Por un lado el presidente Moreno vive o intenta hacer vivir una ficción: libertades, diálogos, delicadeza en el trato a sus adversarios políticos, esperanza de que juntos salgamos adelante, en el fondo nada más. Sigue vigente la Constitución de Montecristi, sus leyes, los mismos tribunales, jueces, fiscalizadores que fueron nombrados a dedo por el anterior gobierno y que no se mosquean ni renuncian.

Esta ficción es de una ambigüedad alarmante, pues si la ficción es encomiable en el arte, en política conduce al estancamiento y al engaño. El Vicepresidente, cuando es llamado a ‘conversar’ en la Asamblea, afirma que se prepara un “intento de golpe de Estado” y el Presidente y su corte siguen tan campantes. Desde luego es un viejo recurso para asustar a la ciudadanía y cualquier enjuiciamiento.

Igual de decepcionante es la poco sutil participación de la Presidenta de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea al defender a los funcionarios del anterior gobierno, olvidando que solo es funcionaria pública. Solo por ingenuidad se puede mirar con poca astucia el afán de los actuales gobernantes de hacer olvidar el pasado inmediato y mantener el poder.