Moreno contra Correa

AUTOR: Giuseppe Cabrera

Generalmente estamos acostumbrados a entender la política en una mal sana dicotomía de héroes y villanos, cuando se dio la segunda vuelta electoral de lado y lado, desde sus adeptos se pronosticaba que era el fin de la democracia y la economía si ganaba el candidato contrario, en ambos casos, se nos presentaban escenarios distópicos en el candidato contrario y que el candidato que apoyábamos era el adalid de la justicia que necesitábamos para refundar la patria y salvarnos de todos los males pasados y futuros. Ahora que Moreno ganó esta bifurcación que la sociedad tiende abrir entre políticos, se vuelve a visibilizar, pero esta vez la batalla entre el bien y el mal, la personifican Correa y Moreno y esta pugna ha superado los espacios internos de AP, la gente también ha tendido a tomar bandos, desde luego que esto lo provocan los mismos políticos, Correa acusando a Moreno de mediocre en su Twitter, siendo del mismo partido y habiéndole propuesto como candidato, ahora dice que él también busca desmarcarse de esta gestión, así como Moreno busca distanciarse de los 10 años de Correa, con su propuesta del ‘Diálogo Nacional’; no soy amigo de las teorías del complot, así que prefiero creer lo evidente, que es que existe una pelea interna, entre sectores que apoyan a Moreno y sectores más fieles al expresidente Correa, en lo que sí no estoy de acuerdo, es en creer que la disputa es entre buenos y malos, como mucha gente lo quiere ver, quienes apoyan al proceso de Correa y quienes apoyan las reformas de Moreno, quieren pensar que la pugna se da sobre temas que cambiarán el destino del país, creo que la realidad dista mucho y es que efectivamente hay una disputa, pero no estructural, la división en verdad se da por espacios de poder, podemos ver en las declaraciones de los más fieles correístas, que lo que en verdad les molesta es perder su feudo político, en reemplazo de los nuevos aliados de Moreno, aunque muy plausible, sigo creyendo que los diálogos de Moreno son cambios estéticos, como bien ellos se cansaron de repetir en campaña aquella diferencia de estilos; cuando son los intereses y los grupos económicos los que están en disputa, no las ideas.