Un recorrido por uno de los espacios emblemáticos de la cultura del Centro Histórico de Quito.
Susana Freire García
Cuando las notas del Himno Nacional empezaron a sonar, varios recuerdos se agolparon en mi memoria haciéndome pensar que era el momento de escribir sobre el teatro en el que nació mi amor por el cine, y al que asistía de niña los días domingos ataviada con mis mejores galas, ya que su belleza arquitectónica imponía un respeto que sigue latente dentro de mí.
Por eso me emocioné al constatar que aquella costumbre de iniciar los actos en el Teatro Bolívar con la canción patria seguía practicándose, y al mismo tiempo imaginé la solemnidad con que fue inaugurado el 15 de abril de 1933, bajo el impulso de sus propietarios: los hermanos Carlos y César Mantilla.
Su magnífica construcción (los planos arquitectónicos fueron elaborados por la firma Hoffman- Henon Company, y ejecutados por el famoso arquitecto alemán Augusto Ridder), lo convirtió en uno de los mejores teatros de América Latina de la época.
Recorrido en el tiempo
Con la misma emoción de la infancia me ubico en el hall de ingreso del teatro. Junto a mí, Rosa Victoria Pardo (directora ejecutiva de la Fundación Teatro Bolívar) comienza a explicarme la importancia histórica y arquitectónica de este edificio patrimonial de 4.830 metros cuadrados.
Comenta que su infraestructura tiene algunas réplicas en varias partes del mundo, lo cual constituyó una herramienta fundamental al momento de empezar el proceso de reconstrucción, tras el fatal incendio acaecido en 1999.
La mezcla de estilos entre ellos el art nouveau, clásico, dórico, arabesco y corintio, le brinda un sello inusual que se percibe desde su entrada, ya que el hall de ingreso fue concebido como un espacio privado y al mismo tiempo público, porque a través de él se promociona la agenda cultural del teatro (las carteleras exhibidas son las originales), y a la vez se propicia una socialización necesaria para la actividad teatral.
TOME NOTA
El Teatro Bolívar está ubicado en el Centro Hitórico de Quito, en la calle Espejo y Guayaquil.En la parte superior se divisa al famoso Wonder Bar (actualmente Wonder 33), que fue un piano-bar y restaurante muy exclusivo que operaba independientemente del teatro. Más adelante está el foyer (el original quedó completamente carbonizado), que gracias a los moldes de los otros teatros pudo ser reconstruido (para tener una idea vale decir que el piso fue retocado con pincel).
A continuación se abren las puertas y se ingresa al lugar protagónico del teatro: su imponente sala y bóveda acústica que opera con 983 butacas (originalmente tenía 2.400 butacas), servicio que en el futuro inmediato podría aumentarse hasta con 2.000 butacas.
Al Teatro Bolívar -cuenta Rosa Victoria- llegaron los mejores elencos del mundo (bailarines, actores, músicos, artistas en general), integrados hasta por 500 personas. Para alojarlos se contaba con un hotel propio adjunto al teatro, y cuya ventana interna aún puede observarse.
Esto da la medida de su importancia, ya que inversores tanto nacionales como extranjeros durante sus primeros 60 años de vida, entregaron ingentes recursos para hacer del teatro un auténtico referente cultural.
Encima de las cenizas
Reconstruir a este edificio patrimonial no solo es una tarea extremadamente minuciosa estética y arquitectónicamente hablando, sino también muy costosa en materia económica. Para generar recursos y tornarlo funcional nuevamente, los trabajos de reconstrucción se han realizado desde adentro hacia afuera. Esto- en palabras de Rosa Victoria- provoca cierto desconcierto entre los asistentes, ya que aparentemente parece “que no se ha hecho nada”. Lo que el público desconoce es que el 70% del edificio patrimonial ya se encuentra rehabilitado, y que cuenta con toda una infraestructura que garantiza la seguridad de los asistentes. Siguiendo esta misma línea cabe mencionar por ejemplo que un lado de la sala del teatro está rehabilitado y el otro no con una clara intencionalidad, ya que se quiere dejar en evidencia lo que sucedió en el Teatro Bolívar como un recordatorio para las presentes y futuras generaciones.
Proyectos y retos
El objetivo de la Fundación Teatro Bolívar (creada el 15 de abril de 2002) es convertir a este espacio patrimonial en un “templo de artes”.
Para ello se están desarrollando varios proyectos como la Escuela de Artistas del Teatro Bolívar, el Coro del Teatro Bolívar, los recorridos históricos, el Wonder 33 Centro Cultural.
La mezcla de estilos entre ellos el art nouveau, clásico, dórico, arabesco y corintio, le brinda un sello inusual”.
En los próximos meses se tiene previsto formar la Orquesta Sinfónica Teatro Bolívar, aperturar el Museo del Teatro Bolívar, volver a proyectar películas y hacer funcionar la emisora radial con la que el Bolívar contó en sus inicios. Todo esto coadyuva a la ardua tarea de autogestión y el generar espectáculos propios.
‘Este lugar es para mí’
Antes de concluir, debo hacer justicia a la excelente anfitriona que tuve como guía en este recorrido. Quedé muy complacida al constatar que el Teatro Bolívar cuenta con una aliada que sabe combinar su inteligencia de mujer emprendedora con su sensibilidad de artista.
Por ello es que quiero terminar este texto con las palabras de Rosa Victoria Pardo: “Cuando tenía 18 años, asistí al Teatro Bolívar para ver el montaje de la ópera de los tres centavos de Bertolt Brecht. Sentada en una butaca me dije: ‘este lugar es para mí’. La experiencia fue tal que varios años después, estar al frente de esta fundación se ha convertido en el reto más grande de mi vida, y en la oportunidad para que un teatro con tanta trayectoria reviva”.