Mesa servida

Imagino estar sentado en un banquete, degustando manjares al estilo medieval. Basta escuchar esta frase para creer que la suerte está echada para este país bananero que de tumbo en tumbo no sale del atraso y la corrupción a los que nos ha sometido el gobierno de la revolución ciudadana en esta “década ganada”. Creí estar soñando cuando escuché la frase de “mesa servida” en boca del presidente saliente en una de sus inefables sabatinas. Supongo que se hará célebre la frasecita entre los funcionarios áulicos del gobierno congraciándose en los últimos suspiros de su mandato.
¡Qué caretuco!, me dije. Cómo es posible que un gobierno entregue -con la metáfora de “mesa servida”- un país con más deudas que en tiempos de la “partidocracia”, con un crecimiento económico que no ha pasado del 0,7 por ciento, el cual es un porcentaje posiblemente viciado, con un país convulsionado por el fraude, polarizado entre ricos y pobres. Un gobierno cuyo estilo ha permitido que se impongan las cosas, con abuso de poder; que ha ignorado los problemas cotidianos como son los efectos del alza de la canasta básica, hospitales sin medicina y un desempleo agobiante.
Este señor cree que los ecuatorianos somos tontos, queriendo justificar su ineptitud con una sola frase como si nosotros hubiéramos vivido los últimos años en Bélgica o en Suiza gozando de las bondades del desarrollo. ¿Acaso no se da cuenta que los ecuatorianos sobrevivimos con menos de dos dólares diarios?, ¿no sale el presidente a las calles de Quito, o es que los vidrios polarizados de sus vehículos blindados no le permiten ver a la cantidad de gente en los semáforos vendiendo papel higiénico, que su sucesor dice que Ecuador no es como Venezuela que no tiene ni papel higiénico?, ¿qué esconde el presidente saliente al hablar con tanta demagogia? Continuará.