RoboCop, 30 años de espectáculo violento e inolvidable

ORIGINAL. Escena de ‘RoboCop’ en la que el policía muestra su eficacia.
ORIGINAL. Escena de ‘RoboCop’ en la que el policía muestra su eficacia.

Cine de evasión futurista con una crítica ácida a política, corporaciones, publicidad y prensa.

DAVID ALMEIDA GARCÍA

La película por la que conocemos al actor Peter Weller es ‘RoboCop’ y, gracias a Dios, el intérprete estadounidense no se encasilló en el personaje, pero poco importaron las demás cintas en las que actuó, porque muchos ni siquiera nos acordamos de los títulos (lástima que sea así).

Pero más allá de Weller, este filme que hoy cumple 30 de su estreno en Estados Unidos, fue dirigido por un cineasta ‘canalla’ como el holandés Paul Verhoeven y en su tiempo se convirtió en una especie de Frankenstein moderno, no solamente por las características y las situaciones del protagonista que son muy similares al monstruo creado por Mery Shelley, sino porque impuso una manera de hacer cine y con el tiempo se tuvo que poner límites.

Y esa forma de hacer películas fue mostrarnos una violencia sarcástica (humor negro en toda su expresión) y visceral. Acompañada, eso sí, de secuencias de acción muy bien estructuradas y ambientadas en una ciudad en ruinas como Detroit. Aquí lo profético fue que en 2014 esa ciudad estadounidense se declaró en bancarrota, como lo fue en la ficción.

Esa violencia con el tiempo se volvió monstruosa e hizo que la industria cinematográfica y de videojuegos cayeran en ella, hasta que un ente regulador y de censura le puso límites. O sea, el MMPA se volvió más rígido.

Violencia estilizada

La violencia no solamente se ve en las escenas de homicidios, sino en lo simbólico, en lo moral y en lo ético. Pero pese a toda la podredumbre, el ser humano bueno e incorruptible tiene su espacio, pero eso lo vamos a tratar más adelante.

Verhoeven (‘Bajos instintos’, ‘El vengador del futuro’, ‘Invasión’…) tuvo toda la libertad creativa para hacer esta película. Su sello está en muchas escenas, pero sobre todo en las ácidas publicidades y pequeños reportes de prensa televisiva que aparecen en ‘RoboCop’.

EL DATO
‘RoboCop’ fue realizada por la desaparecida Orion Pictures, que después fue adquirida por la Metro-Goldwyn Mayer. La cinta que se estrenó el 17 de julio de 1987 se caracterizó por la inserción de publicidad criticando el consumismo y la fría reacción de la gente ante problemas importantes como la contaminación, la salud, el medioambiente, o las engañosas trampas corporativistas que lejos de buscar la solución a estos inconvenientes se beneficia de ellos.

Asimismo, la violencia con la que asesinan al policía Alex J. Murphy (Weller) es completamente sádica, pero sirve de condumio para la trama. Y eso estuvo a cargo de Clarence Bodiker (Kurtwood Smith), sin duda uno de los mejores villanos del cine de acción de los años 80’.

Pero hay otras secuencias violentas que han hecho inolvidable a este filme, como el homicidio de Bob Morton (encarnado por el recientemente fallecido Mel Ferrer), quien antes de arrastrarse a una granada esnifa cocaína de los pechos de una prostituta.

Otra escena inolvidable y que le valió una nominación al Óscar en 1988 a Mejor maquillaje fue ver el cuerpo de Emil Antonowsky (Paul McCrane) bañado en ácido.

MODERNA. El ‘reboot’ sobre el policía robot llegó en 2014 de la mano de José Padilha y protagonizada por Joel Kinnaman.
MODERNA. El ‘reboot’ sobre el policía robot llegó en 2014 de la mano de José Padilha y protagonizada por Joel Kinnaman.

Sistema corrompido

La visión con la que Verhoeven hizo este filme no se queda solamente en una eficaz y efectiva película de acción y ciencia ficción, sino que es más compleja.

El cineasta holandés analiza y muestra el poder político y empresarial de una forma descarada (que el mismo Michel Foucault hubiese envidiado).

Es que el poder urbano, el poder de las corporaciones, las mafias organizadas convertidas en terroristas o a la inversa, la búsqueda de la reducción de gastos con la fórmula de las máquinas, los paralelos entre la publicidad y la información… son analizadas y presentadas por Verhoeven sin tapujos y nos hacen ver lo malos que somos los humanos.

Y aquí está esa crítica al sistema, que sobrepasa lo político. No es justo que la seguridad de los ciudadanos se la dé a las empresas. El Estado es el que debe garantizar la seguridad de la gente porque lo señala la Constitución, pero como los políticos y las autoridades son corruptas, esa ‘responsabilidad’ cae en manos de las corporaciones, cuyos ejecutivos son corrompedores.

Entonces, según Verhoeven, el villano no solamente es Bodiker, sino el sistema que creó a ese monstruo, pero que también creó a un agente cibernético (RoboCop) que brinda la seguridad que una Policía, como institución, no la garantiza por el simple hecho de estar en huelga, porque no han recibido sus salarios, producto de la bancarrota de la ciudad.

Frankenstein moderno

Murphy es un policía que también es esposo y padre de familia, con un sólido canon moral, que es servir y proteger al débil. Pero es asesinado brutalmente y devuelto a la vida gracias a la ciencia y tecnología, la misma que es financiada por una corporación que quebró a una ciudad.

Así, el nuevo y poderoso policía debe hacer su trabajo, pero es denostado. Es tratado como una máquina, pero tiene alma, y un alma buena, que a la postre le hace diferente no solamente de las máquinas sino de muchos humanos. Lo que a la postre es una ‘falla de fábrica’.

Y bueno, RoboCop se convirtió no solamente en una innecesaria saga fílmica sino que también se hizo una serie televisiva y otra animada. En 2014 llegó una nueva versión del policía de Detroit, pero esta vez quien estuvo en la dirección fue el laureado cineasta brasileño José Padilha y su película es bastante aceptable, pero no se compara a la de 1987.

Uso de las máquinas

El brasileño José Padilha, quien ganó el León de Oro del Festival de Berlín por ‘Tropa de élite’, dirigió la nueva versión de ‘RoboCop’ (2014) y su producto final es bastante aceptable, en comparación a las secuelas de 1990 y 1993.

Y Padilha copia a su manera la fórmula de Verhoeven, en el sentido de criticar la información manipulada por un periodista (en este caso un enfermo político republicano) que dirige un espacio de TV, interpretado por el siempre interesante Samuel L. Jackson.

Y aquí la crítica va en torno a que si es necesario usar drones en la guerra (que se lo hace), pero en este caso por humanoides.