La dictadura perfecta

El título de la columna se hizo famoso en un debate Vargas Llosa vs. Octavio Paz sobre dictaduras latinoamericanas. Vargas Llosa hacía referencia al gobierno del PRI que en México consiguió 40 años de gobierno, aparentemente democrático, de cambio de presidentes pero jamás de partido. La permanencia y dominación de un partido que hizo de la democracia una pantalla para pervertirla y manosearla a su antojo. ¿Algún parecido con la realidad ecuatoriana? Me decepciona saber que este título hoy tiene relación con mi país. Nos ahoga la impotencia de saber que se burlan en nuestras caras, hacen de la democracia un circo deplorable, de resultados de veras irreversibles.


Esta manera tan venezolana de imponerse ante un pueblo dividido. Esta arrogancia inadmisible para pedirle decencia a los medios de comunicación que se atreven a levantar la voz, hacer su trabajo, preguntar y criticar aunque le moleste a los monarcas demócratas de AP. Esta forma descarada de pedir calma a una población que ellos incendian con cada palabra suelta y acción deshonesta. No existe democracia cuando nadie confía en la urna en la que deposita su voto, porque sabe que será llevado a los centros de vasallaje en los que se convirtieron para vergüenza de todos los tribunales electorales. Tratan el país como rancho de su propiedad, para crear su propio imperio. El cinismo de pregonar el diálogo cuando sólo sabe conversar con espejos.


No peco de exagerado si los llamo dictadores porque la opresión, el evidente asco que les produce la democracia, la carrera limpia, los argumentos sin demagogias y el debate es de dictadores. No ha existido uno solo que dure más de lo que un pueblo permita. Y la sumisión o resignación en circunstancias así son suicidas. Yo seguiré oponiéndome contra cualquier autoritarismo, aunque lo disfracen.