Tres dolencias

Manuel Castro

Moreno por el momento tiene un liderazgo cosmético, fortalecido por un pueblo esperanzado. Las primeras medidas no pasan de ser simpáticas, fáciles y de cierta utilidad. Lo de fondo, el sectarismo ideológico, mejor dicho partidista, sigue imperando, tanto que se puede decir que continúa el peor correísmo.

La primera gran muestra de lo aseverado es la resolución de la Asamblea Nacional de rechazar el juicio político al vicepresidente Glas, con argumentos fútiles, nada jurídicos y, de todas formas, poco imparciales. Ha impedido la Asamblea una fiscalización seria del anterior gobierno, seguramente porque teme quien debe. Mientras con facilidad, en domingo, juzgaron al ex contralor y lo condenaron por incumplimiento de sus funciones, para Glas no se ha aplicado el mismo rasero. La causa: para el vivo basta un gesto.

La Cancillería ha dejado de ser una firme institución del Estado y se ha convertido en la voz de Castro, Maduro, Ortega, de Podemos , con rezagos marxistas y demagógicos. Frente a la situación de Venezuela el silencio sepulcral del presidente Moreno, jefe de la política internacional del Ecuador, es elocuente. Para dorar la píldora se han reunido la ministra Espinosa, el ministro de Cultura, el subsecretario de Senplades para analizar “la construcción de la paz”. La “verdadera” afirma la Ministra, pues da entender que la violación de los derechos humanos, etc. son” mentiras”, que sin embargo acaban de avalar ocho millones de atormentados venezolanos.

Los funcionarios, en su mayoría, están para impedir que se concrete la fiscalización en el anterior gobierno. Mantendrán “lo de la mesa servida”, impedirán cambios estructurales, se burlarán de la oposición y de seguro ya estarán buscando quién será el nuevo contralor. Las golondrinas que suelta el presidente no hacen verano.

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