El cuento del gallo pelón

AUTOR: ATILIO RUGEL ALBÁN

“El primer paso para la solución de los problemas es el optimismo. Basta creer que se puede hacer algo para tener ya medio camino hecho”, John Baines. Que el ver la luz al final del túnel sea pronto y no una quimera. El asunto del agua potable en Esmeraldas parece “el cuento del gallo pelón” que hoy sí y mañana no, espere para después. Hay que tener la paciencia de Cristo para soportar tanto engaño y se pregona en los medios televisivos y radiodifusoras que la obra está en marcha y ustedes saben compatriotas que casi un siglo hemos pasado muchas penurias y ahora ya vendrá una solución que aunque ha generado molestias llegará el momento en que habrá agua las 24 horas del día por más de 40 años.

Que ustedes saben compatriotas el esfuerzo del gobierno que ha entregado más de 130 millones de dólares “para esta obra maravilla” que con lo que estira y encoge y los alargamientos de contrato por excederse en el tiempo ojalá no termine costando más. Autoridades que tienen el encargo de velar por el cumplimiento de la obra, ya no queremos más lamentaciones, porque lo que expresan, todos lo sabemos. Primero se dijo que habría agua en abril, luego en mayo, junio y termina julio y se dice que la obra tiene una ejecutabilidad del 55% (casi la mitad) pero que a pesar de eso a fines del último mes que señalo ya Esmeraldas podrá contar con agua con pocas intermitencias.

Por qué dejan que compañías que no tienen equipos completos donde se abren fuentes de trabajo se hagan beneficiarias de contratos que luego incumplen y después vienen las disculpas y le atribuyen los atrasos al no pago de planillas o al estado del tiempo, cuando los técnicos conocen las variables que se dan en la naturaleza y los cálculos debe hacerse sobre la base de esa realidad. De esta forma las obras programadas doblan el lapso de entrega y el que paga las consecuencias siempre será el pueblo que tiene que salir como pordiosero a exigir que se le ayude con tanqueros a lugares donde la civilización no ha llegado.

En buena hora que la vida nos ha premiado a los ecuatorianos con el poder de la libertad para expresar nuestros reclamos y así enfrentar nuestras limitaciones y miedos sin inclinar la cerviz y sufrir humillaciones a lo que consideramos justo. Ya no queremos más discursos, queremos hechos concretos que nos permitan mirar la belleza de todo cuanto nos rodea y sentir la grandeza del milagro de respirar y estar libres.