Chavismo en extinción

AUTOR: Nicolás Merizalde

Dice la analista venezolana Gisela Kozak Rovero que el madurismo es el chavismo pero sin gente. Lo cual puede parecer difícil de explicar pero lo cierto es que desde que Chávez eligió a su sucesor en su vicepresidente sabía que el futuro no era promisorio, su magnífico líder no tenía nada de magnífico y lo echó a la hoguera. Maduro llegó al poder sin bases de ninguna clase, lo que le había enseñado Chávez era un método populista y relajado que sólo sobreviviría en épocas de bonanza y con un carisma propio que este pobre hombre nunca pasó de imitarlo y muy mal.

Los seguidores de maduro no siguen a nadie, son un grupo de ciegos que una vez muerto el gran guía navegan a la deriva. Mientras la oposición ha desarrollado en este último tramo una noble acción democrática y a su vez ha demostrado el apoyo absoluto de la gente cansada y desesperada, el gobierno se arrincona detrás de unas pocas tablas pero con muchas armas.

Lo que sucede cuando un dictador sin muchas luces pierde a la gente y se ve desolado es la explosión, la desesperación, la violencia. Maduro está dispuesto a hundir el barco y hundirse con él antes de dar su brazo a torcer. Llamó al uso de las armas, un fusil vale más que un voto, porque saben que ya no les quedan votos. Venezuela es el país que más ha invertido en armamento en lo que va de siglo, y eso tomando en cuenta que Colombia libraba una guerra contra las guerrillas y Brasil es un gigante con problemas internos. El régimen asesino de Maduro es una vergüenza para la región, y la comunidad internacional ha brillado por su inacción. Para completar el cuadro y la decepción la Cancillería ecuatoriana no tiene problema en cerrar los ojos y la boca. Cualquier persona demócrata, pensante y lúcida debe saber que no se puede entregar a la indiferencia, porque es una forma de complicidad.