¿Vuelve la esperanza?

Durante la década correísta constantemente nos repetían que podían quitarnos todo menos las esperanza, con los acontecimientos de los últimos días donde finalmente el propio oficialismo ha aceptado la descomunal deuda adquirida en los años de mayor bonanza económica, y donde cada vez es más injustificable que el aparataje estatal se asentó en un andamiaje de corrupción, podríamos llegar a la conclusión que cumplieron con su palabra, ¡nos quitaron todo!, incluyendo la esperanza de un país libre de opresión, con oportunidades y sin corrupción.

La política ecuatoriana goza de ciertas particularidades que la convierten en única. Muchos consideramos, excepto aquellos a cargo de los organismos de control, que estamos plagados de prácticas corruptas que impiden atender equitativamente las condiciones para el desarrollo, aspecto que se lo ha negado rotundamente por parte de quiénes han comido en aquella mesa que dicen quedó servida. La postura de Moreno es obvia, se encuentra arrinconado entre cubrir a todos quiénes nos han traído hasta este punto de conflicto social, o buscar una salida pacífica con un liderazgo conciliador que sin significar claudicación de ideales, alcancen una cohesión social tan necesaria para el Ecuador. El retirar funciones al vicepresidente ha sido quizá su decisión más dura en este corto período de gobierno, pues las consecuencias no se han hecho esperar por parte de quién aún cree ser nuestro salvador, y que confunde lealtad con sumisión y encubrimiento. Esto fragmenta a la bancada AP, aunque pocos, aún quedan aquellos correístas radicales que se sienten agradecidos con quién consideran les otorgó la oportunidad de formar parte de la mal llamada revolución ciudadana, y que a propósito de aquello han podido mejorar su estatus superando a los tan criticados pelucones.

Confundir lealtad con gratitud, cuando se sirve desde lo público cae generalmente en obsecuencia. El que una autoridad te invite a formar parte de su gobierno, bajo ningún concepto implica cegarse y justificar prácticas que perjudican a las verdaderas mayorías, eso se llama egoísmo y corrupción. El expresidente más temprano que tarde se dará cuenta de una máxima “Hay personas que no son leales a ti, son leales a lo que tú tienes o representas, y cuando sus necesidades cambian, así de fácil cambian sus lealtades”.

Debemos reencontrarnos, apoyar y exigir que esta cruzada contra la corrupción anunciada por el presidente Moreno, no quede en el discurso o distraiga la atención sobre la crítica situación económica que atravesamos.