Rol femenino aún no es real en altas esferas de poder

CASO. María Fernanda Espinosa es Canciller por segunda ocasión.
CASO. María Fernanda Espinosa es Canciller por segunda ocasión.

La actual configuración de los integrantes de los poderes del Estado era impensable hace pocas décadas. De entre los 35 ministerios y secretarías que conforman el gabinete del presidente, Lenín Moreno, 13 son mujeres ocupando cargos altos, como la canciller, María Fernanda Espinosa, o la secretaria de la Política, Paola Pavón.

En el caso de la Asamblea, de entre los 137 legisladores, 53 son mujeres y 3 son miembros del Consejo de Administración Legislativa. De hecho, la primera Vicepresidencia está en manos de Viviana Bonilla.

En la Corte Nacional de Justicia, de entre los 21 jueces, 9 son mujeres. Además de las tres ramas clásicas del poder, Raquel González ejerce la presidencia del Consejo de Participación Ciudadana, que es la punta de lanza de una cuestionada función del Estado. De los 5 consejeros del Consejo Nacional Electoral, dos son mujeres, incluyendo a su vicepresidenta, Nubia Villacís.

Sin embargo, en criterio de la catedrática Natalia Sierra, hay dos problemas en esta configuración. El primero, que las mujeres en esos cargos muchas veces asumen una lógica patriarcal y falocéntrica, por lo que “actúan masculinamente para sostenerse allí”. El segundo, que sean mujeres sometidas a la autoridad masculina.

Ella atribuye esto, a una “cultura política ligada a la figura machista, marcadamente masculina, del expresidente, Rafael Correa, que las militantes de Alianza PAIS aceptaron”. “Del lado de las reivindicaciones feministas es peor mujeres asumiendo un rol masculino o sometiéndose a la imagen masculina”, señaló.

Análisis

La investigadora Anabel Bilbao coincide en que hay problemas, ya que por medio de leyes, como el Código de la Democracia, se logró paridad cuantitativa en accesos a la Asamblea, “pero esa paridad cuantitativa no se ha traducido en una cualitativa, lo que implica que las mujeres todavía no tienen el poder de decisión”.

Ella conoce que muchas mujeres líderes en juntas parroquiales y cantonales han recibido violencia política; es decir, “que tengan que consultar con un hombre antes de tomar una decisión de su cargo”.

“El hecho de que una mujer esté en un alto cargo no implica que esté empoderada”, dice Bilbao. En ese sentido, Sierra pone como ejemplo a la canciller Espinosa. “La declaración de la Canciller respecto de Venezuela me parece una totalmente masculina, yo creo que un pronunciamiento coherente siendo ella mujer tenía que haber sido en defensa del pueblo venezolano, no del Estado, pidiendo que se proteja a las mujeres, niños, que son los más afectados”, expresó.

Bilbao, por su parte, recuerda el episodio que ocurrió en la anterior Legislatura, cuando la actual asambleísta Marcela Aguiñaga se declaró sumisa “para sumarse a una noción patriarcal”, cuando PAIS sancionó a tres legisladores que pidieron discutir la despenalización del aborto por violación.

Asimismo, recuerda el insulto que el vicepresidente, Jorge Glas, dijo hace pocas semanas hacia un grupo de legisladoras, calificándolas de “histéricas”. “Es un insulto que se asociaba a una enfermedad mental propia de las mujeres, implica que les degradaron simplemente por ser mujeres”.

Tanto Sierra como Bilbao piensan que es difícil que, de la noche a la mañana, se cambie el empoderamiento de la mujer en la política, e incluso, esto tiene que ver con algo mucho más profundo y complejo que los altos cargos: implica el fortalecimiento de las mujeres en las representaciones más pequeñas, como juntas parroquiales o comités barriales, donde la lógica patriarcal es aún peor. (MMD)