‘No tengáis miedo’

Autor: Manuel Castro M.

Duele la tibia actitud del papa Francisco ante su indiferencia de lo que sucede en Venezuela, donde hay tiranía, represión, muertos y heridos del “pueblo de Dios”, que a diario proclama defender y amar la Iglesia Católica (Universal). Triste es confesarlo pero más de frente es la actitud de Maradona, quien se proclama “soldado de Maduro” y “luchar contra el imperialismo’.

No se necesitan mayores argumentos para ver lo peligrosa que es la supuesta ideología del ‘socialismo del siglo XXI’, cuyo fin es perennizarse en el poder, acallar al pueblo y repartirse el Estado. Sucedió en el pasado, lo vivimos en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, pues el reparto de los poderes y de los fondos públicos ha sido lo único igualatorio en estos nefastos régimenes .

Sin embargo, el papa Francisco lo primero que ha hecho es recibir a Maduro, visitar a Castro, a Evo y a Correa. En Ecuador lamentablemente fue “utilizado” por el régimen, ante la indolencia e incondicionalidad de la jerarquía de la Iglesia Católica ecuatoriana. Interrumpió la exigencia popular de impedir la Ley de Plusvalía (que después fue expedida sin que los observadores romanos se dieran cuenta) y dio el espaldarazo a los nuevos autócratas de América Latina.

Callar no es propio de los cristianos y cuando lo hacen, pagan. En Cuba se acabó con las instituciones católicas, desde el colegio jesuita donde estudió Fidel. El llamado “prudente y diplomático silencio del papa Pío XII y la no condena al criminal régimen nazista”, para evitar “mayores males”, solo provocó exterminio y persecución durante la II Guerra Mundial.

Hubo alegría y esperanza cuando fue nombrado papa Bergoglio. Pero más allá de sus hermosos gestos de no usar limosinas ni sandalias rojas o almorzar con los empleados del Vaticano, está su compromiso con la grey cristiana: hablar claro, defender la justicia y la verdad, no estar comprometido con ideología alguna. Ignacio de Loyola, fundador de la Orden a la que pertenece Francisco, dijo: “Hay que encontrar a Dios en la acción misma, en el sitio que uno está”. Y el eminente jesuita Teilhard de Chardin pide “trabajar por Cristo, sin hablar de él”.

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