Lo que nosotros hacemos

Opinión

Nos gusta pensar que lo que hacemos sirve para algo. Nos gusta pensar que tal vez, en la mañana, una madre leerá en el Diario la noticia del regreso a clases y se acordará de aquel cuaderno que debe comprar para su hijo que en tres días irá a la escuela por primera vez. O que aquel comerciante cuyo auto tiene una placa terminada en 7 leerá que a agosto le queda una semana y saldrá corriendo al primer centro de revisión vehicular para evitar la multa. Y también nos gusta pensar que un acucioso lector se espantará al encontrarse en nuestras páginas con uno más de los hechos de corrupción que han empañado a quienes nos gobernaron.

La Hora cumple hoy 35 años de hacer periodismo, de intentar una mirada para contar el país, la ciudad, el barrio; de hacerlo de manera honesta y apasionada. La celebración nos llega en un instante especial. Podemos decir, con alegría y optimismo, que sobrevivimos a la peor década para este oficio, que resistimos de pie los caprichos de un Gobierno tan aplastante y desconsiderado como insignificante… Y que ahora, con ilusión, escuchamos por lo menos un discurso distinto.

35 años, digamos, es una edad en la que uno ha alcanzado la experiencia necesaria para navegar con más fuerza; en la que estamos asimilando las enseñanzas de la plena juventud, mientras nos preparamos para caminar ahora hacia eso que llaman madurez. De eso se trata este especial: de mostrar que nosotros somos como ustedes, lectores, nuestra razón de ser. Que en esta redacción, como en las calles, hay abuelos, hay padres, hay hijos; hay solteros, casados, divorciados; hay alegrías y tristezas, triunfos y derrotas; esperanzas y frustraciones. En fin, que hay seres humanos. Por eso les hemos dado este espacio a ustedes, que como nosotros tienen 35 años para que nos cuenten qué hacen en esta maravillosa edad.

¿Por qué nosotros hacemos periodismo? Porque nos remueve las entrañas esa idea de contarle el mundo al mundo; porque nos seducen las historias: escucharlas, escribir sobre ellas, tratar de entenderlas. Nos llena hallar algo importante donde otros verían nada.

Hacemos periodismo porque nos apasiona la adrenalina del cierre, el olor de la tinta sobre el papel, la vorágine de la inmediatez en Internet; pero también la paciencia de una buena crónica. Somos periodistas porque no podemos esquivar esa responsabilidad de escrutar al poder, de mostrar sus bemoles y sus actos más ruines.

Sabemos que no podremos, nosotros solos, cambiar el mundo. Que no porque revelemos actos de corrupción habrá menos corruptos, que no porque hablemos sobre los índices de violencia habrá menos violencia, que no porque contemos una historia feliz habrá más historias felices. Pero nos gusta disfrutar del camino, debemos hacer el intento. Al final, cuando esa madre llegue en la noche a la casa con el cuaderno para su pequeño hijo, o cuando ese comerciante pueda salir a trabajar tranquilo luego de que su carro pase la revisión, en ese pequeño instante, sabremos que todo habrá valido la pena. (ASC)