Injerencia

Freddy Rodríguez

Hay demasiadas evidencias de la “metida de mano a la justicia” en los diez años del correísmo, recordando, a manera de ejemplo, algunas de ellas: la carta del Dr. Alexis Mera, cuando se desempeñaba como Secretario Jurídico de la Presidencia, advirtiendo a unos jueces sobre posibles fallos en contra del Estado; la vergonzosa sentencia en contra de diario El Universo, con claras muestras de haber sido pre fabricada en el famoso pen drive ‘Chucky Seven’; los juicios en contra de los denunciantes de actos de corrupción, como Fernando Villavicencio, Cléver Jiménez, Fernando Balda, Emilio Palacio, Juan Carlos Calderón, Christian Zurita, los miembros de la Comisión Anti Corrupción, los veedores del caso “Gran Hermano”, y un largo etcétera. Estos son hechos irrefutables.

La semana anterior circuló en las redes sociales un video, en el cual salen a la luz correos electrónicos sobre supuestas conversaciones entre el ex Presidente y sus subalternos nada menos que con el titular del Consejo Nacional de la Judicatura, Dr. Gustavo Jalkh. En el país siempre se comentó sobre la falta de independencia del organismo encargado del control administrativo de la Función Judicial, aquel que organiza los concursos para la designación de los jueces, los sanciona y evalúa y, ante faltas graves, hasta los destituye.

A esto se suma otro hecho irrefutable: la estrecha relación entre el Dr. Jalkh con el ex Presidente, ya que en su gobierno ocupo cargos como Ministro y luego como Secretario Particular. Cuando Julián Assange filtró correos que comprometían a varios líderes mundiales, fue elevado casi a la categoría de héroe por la izquierda mundial, e inclusive el gobierno del Ecuador le concedió asilo en nuestra embajada en Inglaterra; ahora que las filtraciones de correos electrónicos comprometen gravemente al Dr. Jalkh, resulta que son “actos delictivos y pruebas sin valor”, pero su contenido no ha sido desmentido. Al haber aceptado expresamente el Dr. Jalkh que mantenía comunicaciones con el ex Presidente sobre asuntos judiciales, ha reconocido tácitamente la falta de independencia del organismo que preside y, por un mínimo de decoro, debería renunciar.