Refinación

Eduardo Naranjo

Economistas, híbridos de contador, abogado, político y adivino buscan mejorar las cosas y nunca ocurre, cuando aciertan es porque los extraños hilos del mercado y la especulación coinciden con algún pronóstico. La propuesta de pasar la refinería a manos privadas es servicio al poder oculto que lucra de las debilidades de la burocracia estatal.

Cálculos del ingeniero Fernando Reyes Cisneros señalan que Esmeraldas da un saldo positivo de 802 millones de dólares anuales, que, relacionados a la importación de combustibles parecen diluirse, de allí deshacerse de refinerías e importar combustible parecería obvio.

Factores no valorados, como la importancia estratégica de producir combustibles, es fortaleza en caso de catástrofe, no se detendría nuestro abastecimiento. El costo de importación de un galón de combustible es 1,77, que no es carga fiscal sino dinero de los consumidores. Sin refinación estaríamos a merced de las mafias comercializadores, que en su momento pondrían de rodillas al gobierno de turno.

Los ocultos intereses de éstos, dentro de un sistema corrupto saben cómo meter mano en las plantas de refinación, poniendo en puestos de dirección a gente “confiable” y de poca preparación.

Ejemplo: la energía eléctrica para extraer petróleo vendían, entre otros, el grupo Febres Cordero, por eso nunca avanzó una solución, igual las reformas al sistema de comercialización de combustibles. La “ineficiente producción” y la corrupción son factores manipulados desde las sombras.

La vieja refinería de ‘La Libertad’ y la de Shushufindi son eficientes; Esmeraldas es asunto de resolver “fallas técnicas” y gestión de procesos, poniendo al mando gente probada en conocimiento y honestidad y no propuesta por lobistas que pretenden promover su venta y controlar el mercado.

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