Tres tristes tigres

Agustín Sánchez

Aunque ellos lo denominen como un acto de lealtad al proyecto revolucionario que se impuso en la última década, la mayoría de ecuatorianos excepto aquellos que todavía se sienten comprometidos con defender sus puestos o aquellas funciones que prestaron para servirse más que para servir, la renuncia de tres altos personeros del régimen de Moreno heredados como cuota política del gobierno anterior debe ser vista con buenos ojos.

En primer término porque es una clara muestra de que existe una verdadera voluntad de cambio en estilo y ojalá del fracasado modelo de gestión que nos trajo hasta este punto crítico en lo político y económico. Por otra parte no deja de ser positivo el hecho de que se vayan aislando e identificando aquellos fundamentalistas que aún creen que no existe nada mejor que seguir gobernados por un ser “omnímodo” amante del conflicto y la segregación. Por ahora lo que debe preocuparnos, es que el presidente actual cumpla con lo que señala en su discurso, exactamente como lo ha hecho con desaparecer el fantasma del dinero electrónico que se presumía era para fines de emisión inorgánica. Ahora hay que dar paso a temas como recuperar la institucionalidad del país, franquear los agudos factores de la difícil situación económica y buscar la dura sanción para aquellos que llenaron sus bolsillos a costa del dinero de los ecuatorianos, aun cuando reflejen cifras bajas en sus cuentas.

Debe inquietarnos también el próximo proceso electoral y el papel que jugará la oposición, misma que ahora se encuentra en una encrucijada, entre priorizar en acabar con el correísmo apoyando al gobierno actual arriesgándose a desvanecer su protagonismo político, o establecer una línea que apoye las acciones positivas que orientan cambios profundos exigiendo la demanda de todos aquellos que sumaron un gran porcentaje del voto en contra el oficialismo. Caso contrario, los de la línea de Correa serán la nueva oposición, teniendo que elegir entre correístas o morenistas, con un alto riesgo que el populismo haga de las suyas y revivamos esa pesadilla de la metida de mano en la justicia, persecución mediática con el aparataje estatal, millonarios entramados de corrupción, por mencionar algunos.

De tres en tres, así esperemos que los ahora detractores de la verdadera voluntad popular sigan dejando sus cargos públicos en los que abusaron de tanto poder, y que el presidente tenga la solvencia para definir en su gabinete gente que no necesariamente vista de verde flex sino con los colores de este país.