Bienvenida la consulta popular

Ya no es un simple rumor que recorre el país de norte a sur geográficamente y de izquierda a derecha ideológicamente, es ya una exigencia casi unánime, porque va ligada a ese enorme apoyo que ha ido ganando la gestión del presidente Lenin Moreno, alrededor del 80% y que cada día crecerá más en función de las acciones que se tomen contra aquel malhadado sistema de manipulación, autoritarismo, despilfarro y corrupción que ostentó el poder durante la nefasta década pasada.

Ya lo han señalado de mil maneras todos los líderes del espectro político ecuatoriano, indistintamente cual sea su filiación ideológica: Si se quiere avanzar, si se quiere castigar a los responsables de esta corrupción institucionalizada, si queremos devolver ese espacio que la verdadera democracia, la libertad de expresión, los derechos individuales y colectivos perdieron por largos y tristes diez años, es urgente desmontar, desarticular, neutralizar ese sistema de impunidad y fascismo que mantuvo el correato, esa injerencia burda y descarada en los poderes y funciones del Estado, por las acciones de un individuo que perdió los estribos y creyó que era emperador y no sencillamente presidente, que creyó tener súbditos y no ciudadanos, que al igual que lo hacía el rey Luis XIV en la autocrática Francia medieval, no tenía empacho en repetir ‘El Estado soy Yo…’

Pavón, Patiño y Hernández, por su propia voluntad se despidieron de su “colaboración” con el gobierno del presidente Moreno, no se hicieron esperar las felicitaciones de Rivadeneira y del propio Correa por ese acto de “dignidad y coherencia” que mostraron sus coidearios, “no permitiremos que se juegue con nuestras manos limpias…” twitteó Correa desde su ático en Bélgica. De qué manos limpias tiene el cinismo de hablar este señor, si como dice el pueblo donde se les pone un dedo sale pus y les seguirá saliendo, solo es cuestión de apretarlos un poco más. Pero volviendo a estas deserciones, sería ideal que sigan yéndose, incluidos los asambleístas para que reciban honrosos las efusivas felicitaciones de su autoexiliado jefe, ¡qué bonito sería!

Pero desengañémonos, los últimos lacayos del correísmo que aún quedan enquistados en algunas funciones del Estado y espacios de poder, no se van a ir pidiéndoles por favor que se vayan, ni van a permitir que se hagan los profundos y radicales cambios que son necesarios, aceptando serenamente que ya son pasado en la historia del Ecuador, no lo harán, pues, replican a su autoexiliado gurú que aún cree tener influencia y poder sobre nosotros los ecuatorianos, que con esta dura crisis estamos pagando las consecuencias de una década plagada de abusos y desatinos.

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