El elegido

Ugo Stornaiolo

Dijeron que representaba los sueños y las aspiraciones de los ecuatorianos. Eso le dotó de una vanidad irrefrenable, creyéndose dueño de la verdad. No dudó en desestimar y desautorizar a la prensa, que calificó como inepta e incompetente. Se inició con un éxito inusitado, logrando cosas que no se habían conseguido, pero insistió en su planteamiento sin probar otras alternativas. Ilusionó a todos, pero terminó decepcionándolos. No fue autocrítico al hacer un balance de su gestión.

Disfrutó de un auge económico sin precedentes, permitiendo que se disimulen los errores. Los mejores iban a estar en los puestos clave y poco a poco se aferró al mismo grupo al que colocaba en diferentes posiciones. Solo hizo cambios cuando la situación se complicaba y no había remedio.

Cuando todo empezó a ir mal, se aferró a las cifras y juraba que iba a terminar bien. Sin embargo, promovió el odio entre ecuatorianos y fomentó el regionalismo. Hizo todo para mantenerse en el puesto, amenazando con quedarse para siempre. Dijo que quería cambiar el pasado y terminó haciendo lo mismo, pero a su manera.

Mantuvo como actores principales a personajes cuestionados. Nunca reconoció que todos los problemas que tenía su equipo eran por su terquedad. No escuchó consejos y advertencias de personas que veían el proceso desde afuera. Más bien fomentó una campaña de desprestigio contra quienes discrepaban con él.

Los aduladores no le dejaron ver el horizonte y lo alababan porque había favores por pagar. Desperdició una ventaja insuperable al inicio de su gestión. Muchos protagonistas de su proceso están involucrados en corrupción y presos.

De quien se habla es del entrenador de la selección ecuatoriana de fútbol, Gustavo Quinteros, y no del ex presidente Correa.

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