Equilibrio de la vida

Con la llegada del hombre a la luna, en julio de 1969, la humanidad entera se pudo maravillar de la primera fotografía de nuestro planeta. Desde el espacio, la Tierra mostraba su insondable belleza azul y los seres humanos pudimos saber que nuestra única nave espacial era extraordinariamente hermosa.

Un científico inglés, James Lovelock, al contemplar dicha fotografía escribió un libro llamado “Gaia”, que habría de convertirse en la piedra angular de una nueva ciencia: la ecología. Los conceptos y postulados planteados en ese texto servirían, luego de su comprobación, como guía del comportamiento del planeta y sus criaturas.

Entre esos postulados estaba uno que quisiera resaltar: Gaia, – que no es sino otro nombre de la Pacha Mama de nuestros indígenas – busca siempre el equilibrio y puede mantenerse en él por todos los siglos, pero cuando un evento natural o provocado rompe dicho equilibrio, inmediatamente Gaia buscará, por cualquier medio, recobrarlo y establecerlo.

Aludes, tormentas, terremotos, erupciones, ciclones, no son otra cosa que muestras de que la Tierra busca recobrar el equilibrio interrumpido por una causa externa o, quizás, por alguna especie, como la humana, que lo han roto.

En estos días, o mejor dicho, en estos años, la Tierra ha mostrado una actividad inusitada: terremotos, erupciones volcánicas, lluvias torrenciales, en sitios donde nunca antes llovía hoy caen gruesos y grandes bloques de granizo, tsunamis, tormentas tropicales de inusitada fuerza, han azotado a diversas regiones del planeta. Los científicos nos dicen que, como nunca antes, la fuerza de estos eventos ha sido inusitada, y la destrucción ha llegado a niveles de espanto.

Hace pocos días, la semana pasada, tres huracanes se alinearon en el Atlántico para devastar las islas del Caribe y parte del sur del continente americano, mientras un terremoto de enormes proporciones azotó a México y Guatemala.

¿Qué está pasando en el planeta, por qué se producen estos hechos?

La ciencia ha venido advirtiendo del peligro que representa para el equilibro de Gaia, el llamado calentamiento global, producido por las enormes cantidades de anhídrido carbónico que arroja el hombre al quemar combustibles provenientes del petróleo, y, la verdad, los humanos no la hemos hecho caso, hemos sido insensibles a las advertencias. Ahora Gaia está buscando su equilibrio y para ello no vacila en azotar al planeta y a sus criaturas. Ojalá aprendamos a respetar a la Pacha Mama, a quererla, a amarla, solo así podremos recobrar el equilibrio de la vida.