La trampa en que estamos todos

La pena de muerte no ha disminuido los asesinatos atroces en los países que la contemplan. Con el endurecimiento de las penas de cárcel, la corrupción no se atenuará, no disminuirá en número ni en perjuicios a la sociedad. Como ya se ha dicho, las medidas anticorrupción en un área desplazarán las actividades ilícitas a otras donde las ocasiones se ofrezcan vírgenes.

¡Miseria humana! A todo se acostumbra uno”. Fiódor Mijáilovich Dostoyevski Escritor y novelista ruso (1821-1881)

Se requieren serias reformas institucionales para prevenir la corrupción, que permitan castigarla rápida y ejemplarmente. Una de ellas es eliminar el reciclaje de figuras sospechosas del delito que hoy están en un ministerio y mañana aparecen en una subsecretaría y de la subsecretaría vuelven a otro ministerio. En síntesis, no se deben mantener sobre el tablero a las mismas figuras de por vida.

Hay quien sostiene que el mejor indicador para medir la corrupción es el nivel de corrupción de años anteriores. En Ecuador, por desgracia, hemos vivido (y vivimos hoy) situaciones de corrupción endémica. La sostienen históricas fracturas sociales, alimentadas por populismos de todos los colores, y las diferencias de criterio sembradas de discusiones bizantinas.

Todos los hombres que no tienen nada importante que decir hablan a gritos”. Enrique Jardiel Poncela Escritor español (1901-1952) Un sano primer paso contra la corrupción es combatir la desigualdad, los privilegios de unos y la exclusión de otros, y la desestructuración social. La trampa en que estamos todos se denomina desigualdad, no solo económica sino, y principalmente, en el acceso a una justicia real, eficiente y expedita, no importa que la sangre tenga el color que sea, bien si es roja o azul, si es verdeflex o amarilla.