CARTA A RAMIRO RUIZ

Fausto Jaramillo Y.

Apreciado Ramiro: el viernes de la semana pasada, en diario La Hora apareció un artículo suyo comentando los premios internacionales que ha recibido el país, especialmente Quito, Cuenca y Guayaquil, referentes al esfuerzo de crear y adecuar las condiciones imprescindibles para el turismo. Enhorabuena por ello. Pero hoy quiero contarle una anécdota que me sucedió el jueves pasado en Ibarra.

Soy aficionado a la fotografía y como tal me gusta acudir a diversas exposiciones que se organizan sobre este tema. Hace días había leído que en Ibarra se había abierto una muestra en El Cuartel. El jueves que me encontraba en la ciudad decidí visitar dicha exposición. En el hall de este hermoso centro cultural me atendió una amable señora, me dio todas las explicaciones posibles, y con ellas dirigí mis pasos hasta el segundo piso donde está ubicada la sala señalado para la muestra.

Al llegar a este punto, encontré que la sala estaba cerrada con llave. Era jueves y el reloj marcaba las 11:12. La contradicción era evidente: un día común, una hora propia de trabajo. Pregunté a una persona las razones para que la muestra estuviera cerrada y no me supo contestar. A alguien se le ocurrió que debía preguntar a un caballero que transitaba por el corredor: así lo hice y él muy solicito me pidió que esperara; bajó las gradas y en patio central lo vi conversando con dos policías municipales que se hallaban por ahí. Ellos subieron con grandes manojos de llave y fingieron intentar abrir la puerta. Despectivamente me informaron que no tenían esa llave y que nada podían hacer.

Decidí retirarme del local y al salir, en el mismo hall, le presenté a la dama que me había recibido, mi queja por el cierre de la muestra en un día y horario laborable y por el intento de engañarme de los dos señores policías. Ella muy solicita y ante mi queja se levantó y buscó la manera de abrir la puerta de la exhibición. Gracias a ella pude visitar la muestra.

Más allá de la anécdota, lo resaltable es la falta de sentido común al cerrar una muestra que por definición debía permanecer abierta al público; y claro, la falta de tacto y de gentileza mostrada por esos malos servidores públicos. Así, Ibarra, a pesar de sus encantos, nunca podrá ser considerada dentro del país, peor dentro del concierto internacional como destino turístico. Los premios y las visitas irán a parar en otros lugares.

Ya ve, Ramiro, el Turismo no es únicamente poseer maravillas naturales, una adecuada infraestructura, hoteles, restaurantes, etc. Hace falta ser amables y usar el sentido común por parte de las autoridades y del personal encargado del tema, así como de toda la ciudadanía.

Un abrazo.