El 25 de mayo el presidente Moreno, al ratificar el asilo a Julian Assange en nuestra Embajada en Londres, le hizo un pedido ‘respetuoso’: Que no emita pronunciamientos políticos sobre Ecuador y sus amigos. Assange había comentado sobre las elecciones en Ecuador y había interferido en las elecciones de los EE.UU. Hoy el australiano ha decidido, como dice la prensa española, hacer de la causa catalana su nuevo ‘caballo de batalla’ en clara desobediencia al pedido del presidente Moreno. ¿Por qué la Cancillería y/o el embajador en Londres le permiten esta nueva intervención en asuntos internos de un Estado amigo? Y, en el caso de que el gobierno español interpusiera un reclamo al Ecuador, ¿cuenta nuestro país con un diplomático experimentado en la Embajada en Madrid que le haga frente a Rajoy?
Bernarda Mena Romo-Leroux
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